Haití a un año del terremoto

Haití a un año del terremoto

Un día como hoy de 2010, un poderoso terremoto destruyó Puerto Príncipe, mató a  cientos de miles de personas y dejó a millones en el peor hacinamiento. Desde entonces y para asombro de todos, las calamidades del pueblo haitiano han aumentado, en vez de disminuir, y nuestro país, mitad por humanitarismo y mitad por fuerza, sigue en el compromiso de ayudar a ese país vecino y clamar porque la comunidad internacional materialice una reconstrucción prometida, pero que no arranca pese a las urgencias de ese  pueblo.

El cólera se ha multiplicado entre los haitianos. La cuenta de muertos por la enfermedad sigue en aumento, empeorando el drama dejado por el terremoto. El complemento es una crisis política subyacente, que espera una segunda vuelta electoral poco promisoria. La burocracia internacional y la desconfianza que despierta un Estado en extremo desorganizado se han encargado de anclar en punto incierto el flujo de la ayuda para la reconstrucción.

Transcurrido un año, las secuelas del terremoto se han multiplicado en nuestro país. A pesar del compromiso de mantener la cooperación con el pueblo haitiano, ha habido que enfatizar en los controles fronterizos, tanto por la inmigración furtiva en sí como por prevención sanitaria. Un año después se afianza la impresión de que la tragedia llegó a Haití para quedarse.

El control epidemiológico

El llamado del Ministerio de Salud Pública a la población, para que extreme las precauciones contra el cólera en el uso y consumo de agua, no parece aludir para nada el trabajo de Inapa y la Caasd, organismos que se han apresurado a aclarar que el agua que recibe la población está debidamente potabilizada. Ocurre que la mayor parte de los casos de cólera detectados en el país tienen su origen en el uso y consumo de  agua no tratada de ríos, canales y norias o al bañarse en ellos. A eso alude el llamado de Salud Pública.

Las correctas precauciones adoptadas por las autoridades sanitarias desde que se detectó la epidemia de cólera en Haití, han contribuido a mantener en baja el conteo de afectados y probablemente han evitado decesos por esa causa. Mantener esos controles no desdice del buen papel que desempeñan organismos como Inapa y la Caasd. Solo que en la ocasión, el control epidemiológico lo tiene  Salud Pública. Eso es todo.

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