Haití abandonado

Haití abandonado

UBI RIVAS
La República de Haití, la primera república negra del mundo y la segunda República nacida en el Hemisferio Occidental, solo precedida por Estados Unidos, Haití en 1801 y USA en 1776, está abandonada a su suerte por la comunidad internacional en uno de sus momentos trágicos más sensibles.

Podría interpretarse que en la condición del suscrito de dominicano que entiende que Haití debe preservar y cuidar nuestra soberanía, y no lo hace invadiendonos a diario miles de veces y sin que es lo peor, ninguna autoridad, ningún gobierno ponga freno a esa situación peligrosa, estoy proponiendo una ayuda a Haití en el pambito internacional para precisamente evitar esa invasión pacífica que amenaza fusionarnos en una sola etnia, como casi ya estamos.

También podría alegarse que en la condición del suscrito de miembro de número de Unión Nacionalista propicio que la sugerencia de respaldo internacional a Haití en su hora más grave de todo su decursar republicano, contenga la citada invasión pacífica por millares a diario que peligra nuestra soberanía y nuestra identidad nacional.

Podrían ser ambas motivaciones, pero reverbera una tercera, y es que a Haití, las principales potencias del mundo, empezando por la unipolar de Estados Unidos, seguido por Francia, Canadá, Reino Unido, han abandonado siempre a Haití prometiéndole una sarta de ayudas que se quedan siempre colgando en el fino y quebradizo hilo de la demagogia sangrienta.

Haití siempre ha sido abandonada porque carece de petróleo, cobalto, plutonio, hierro, cobre, oro, tungsteno, diamantes y no es enclave neurálgico para Estados Unidos, que dispone del usufructo ilegal de la base de Guantánamo ó Caimanera, como dice el comandante Fidel Castro, líder de Cuba por 44 años a contrapelo de una docena de gobernantes norteamericanos.

Haití ha sido abandonada siempre sobre todo por Estados Unidos porque no representa un enclave fundamental como lo es Israel para la superpotencia unipolar en el neurálgico centro nervioso del Cercano Oriente, apadrinando al Estado sionista en desmedro de la reinvindicación y postergación del Estado Palestino.

Haití no es un centro mundial de primer orden de oro y diamantes como Africa del Sur que Albión mantuvo a contrapelo de los sudafricanos inclusive apadrinando la abominación del apartheid.

Haití no es enclave y anatema para Pekín en el apadrinamiento de Washington a la República Nacionalista China fundada por el generalísimo Chiang Kai-shek en 1949, hoy el 24 polo de desarrollo de la aldea planetaria, y en que la inversión USA es el 90% del total.

Haití no representa una teoría del dominó porque su sistema cunda ejemplo como fue la concepción del entonces secretario de Defensa del imperio, Robert S. MacNamara en referencia a Vietnam y la  teoría del dominó y las mefistofélicas «aldeas estratégicas», un imposible de aislar al pueblo vietnamita del Vitecong.

Haití no dispone de reservas de crudo que fue el quid de la porfía de la V República francesa con Argelia hasta que el visionario genio del general Charle De Gaulle propició una Argelia Argelina en contra de una Argelia Francesa como propiciaba el terrorista Ejército Secreto comandado por Raoul Salam y sus cofrades fracasados y miopes.

Haití no es un continente como Australia de quien se adueñó sin el consentimiento de sus aborígenes kooris, Albión desde que la avistaron sus intrépidos nautas en 1606.

Hoy, Haití desolada, desforestada hasta los cimientos, sin planes gubernativos, con 1,474 desaparecidos por efectos del huracán Jeanne, con su secuela trágica de desgobiernos despóticos, merece la ayuda internacional.

Tan abandonada por la insolidaridad internacional se encuentra postrada Haití hoy y siempre, que inclusive nadie se inmutó en nuestro país cuando el 25 de septiembre último, el haitiano Tafo Jean Pierre, 22 años, fue sorprendido en Dajabón por hacendados dominicanos transportando 13 reses hacia su país, abigeo rampante, y fue amarrado en un poste, quemado vivo y «sajeado» a machete, acto repulsivo, aberrante y condenable. Pero nadie dijo nada.

Solo El Caribe reseñó la horrible y tétrica noticia el 26 de septiembre.

Haití requiere y merece el respaldo económico de la comunidad internacional sin aguajes, sin poses, sin demagogia, efectiva, ahora, ya.

Las superpotencias saben reconstruir y construir en la idéntica medida en que destruyen, avasallan, oprimen, abusan, esquilman y propician el genocidio y todos los actos deleznables de lesa-humanidad.

Con Haití es hoy propicio para lo primero.

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