Las alzas mundiales que repercuten con subidas de precios de alimentos, escasez de granos y costos insostenibles para el transporte están provocando rebeliones callejeras en Haití. La violencia para enfrentar revoltosos ya ha dejado muertos y heridos.
Y la ira popular se ha manifestado incluso contra las tropas extranjeras a las que la ONU asigna la labor de preservar el orden. Las situaciones de pobreza extrema, desempleo, ausencia de medios de producción agrícola por aridez en el vecino territorio para cubrir las necesidades de la población, que de ordinario presionan a los habitantes para emigrar hacia el Este, se han intensificado.
Veamos en la realidad del país vecino dos motivos para ponernos en alerta y acción. Lo primero es que mayores oleadas de inmigrantes conspirarían contra condiciones locales de ofertas de empleos reducidas y colectividades rurales y urbanas afectadas por altos índices de pobreza y deficiencias de servicios públicos. Y lo segundo es que los factores que provocan protestas y motines de aquel lado de la frontera ya obran sobre nosotros, sin que se vislumbre que la coyuntura electoral presente pueda dar paso a una reunificación de voluntades políticas y esfuerzos nacionales para mejorar condiciones de vida y reducir la exclusión o precariedades de un amplio sector del pueblo, susceptible también de estallar socialmente.
Homicidios sin investigaciones
Constituye una preocupante omisión que en un país situado en un estado de derecho, agentes policiales causen muertes o ellos mismos mueran, en sucesos callejeros y que luego la última palabra sobre esos hechos corresponda exclusivamente a la institución policial. Es como si el Poder Judicial no existiera por la razón de que el Ministerio Público acepta sin consecuencias los informes que la PN emite tras cada hecho de sangre. Los homicidios policiales solo son investigados cuando el escándalo en la sociedad llama la atención.
La estadística de muertes sin investigar en los llamados intercambios de disparos se alarga con el paso del tiempo en el marco de la insensibilidad de quienes deben disponer esclarecimientos. Mientras la Justicia no cumpla con su obligación de ventilar cada homicidio de esos, no podremos quejarnos con calidad moral de las presiones externas que se ejercen al país en el campo del respeto a los derechos humanos.