Haití: Cooperación internacional y liderazgo fallido

Haití: Cooperación internacional y liderazgo fallido

El pasado 12 de enero recordamos un año más del trágico terremoto que azotó Haití en el 2010, el cual causó estragos en la infraestructura de Puerto Príncipe y el lamentable costo de miles de vidas humanas. A su vez, mostró ante la opinión pública mundial las desgarradoras imágenes de la realidad que pasan sus habitantes diariamente. El drama haitiano no se genera después del terremoto, sino que ha estado presente desde hace mucho tiempo, agravándose la situación rápidamente después del fin de la dictadura duvalierista.

A raíz de otro aniversario de este fatídico evento, vale la pena hacer una reflexión global sobre la relación entre el liderazgo nacional y la cooperación internacional en Haití como una herramienta de desarrollo y reconstrucción del Estado-nación haitiano. Lo primero que hay que decir, es que ninguna cooperación internacional es efectiva sino hay una contraparte nacional que permita encauzar dicha ayuda dentro del marco de un proyecto de nación que elimine los problemas que ameritan la ayuda internacional. La historia tiene buenos ejemplos de cooperación internacional y desarrollo tangible de la población que la recibe, así como también de países como Haití, que a pesar de la cantidad de ayuda internacional que recibe, parece incrustado en un proceso involutivo que no permite ver una luz al final del túnel, por lo menos a corto y mediano plazo.

Unos buenos ejemplos de cooperación internacional y desarrollo progresivo del Estado-nación que la recibe lo son Alemania y Japón después de la Segunda Guerra Mundial, para mencionar países del “primer mundo”. Asimismo, los casos de Ruanda y Mozambique[1], países más cercanos a la realidad de Haití y de los demás países del “tercer mundo”, que también han recibido volúmenes considerables de ayuda internacional, y han podido salir adelante de la situación calamitosa donde estaban, aunque obviamente les falta mucho por conquistar. Se puede tener una idea haciendo una comparación de la ayuda internacional recibida y el nivel de desarrollo alcanzado expresado en variables como el producto interno bruto (PIB) entre otras:

  • Alemania recibió un total de US$29.3 billones de dólares (estimados al valor del dólar en el 2005) entre 1946-1952, dentro del marco del Plan Marshall. Hoy en día Alemania es la principal potencia económica europea y la cuarta economía del mundo con un PIB valorado en US$3.7 trillones de dólares[2].
  • Mientras que Japón, en el mismo período de tiempo, recibió una ayuda internacional de US$15.2 billones de dólares (estimados al valor del dólar en el 2005)[3]. Japón es la tercera economía del mundo con un PIB valorado en US$5.3 trillones de dólares[4].
  • Ruanda, después del horroroso genocidio de 1994 que terminó con un saldo en muerte de más de 800 mil ruandeses, recibió para el 2009 un volumen de ayuda extranjera que llegaba a casi la mitad de su presupuesto. Ruanda casi triplicó su PIB en la década del 2000; en 2009 firmó un contrato por 325 millones de dólares con la multinacional ContourGlobal para producir 325 megavatios de electricidad utilizando el Lago Kivu[5]; tiene varios proyectos en carpeta con inversionistas extranjeros para sus ricos yacimientos de coltán y oro[6]; el gobierno de China ha aumentado su presencia construyendo un edificio majestuoso para su embajada en Kigali, y a su vez ha aumentado gradualmente su inversión en el país, duplicando el comercio bilateral en los últimos años[7].

La comparación es válida en el sentido de que Alemania, Japón, Ruanda y Mozambique fueron países devastados por acontecimientos provocados por su liderazgo nacional (entre otros factores exógenos y endógenos), que sufrieron intervenciones de la comunidad internacional, y recibieron o están recibiendo como es el caso de Ruanda, recursos significativos de ayuda exterior que han contribuido al desarrollo y reconstrucción de sus sociedades.

Sin embargo, no es eso lo que ha sucedido en Haití, que estaba devastado antes del terremoto de 2010, y que a raíz de éste se agravó la destrucción del aparato estatal y tejido social. Todo esto a pesar de que ha recibido volúmenes considerables de ayuda internacional antes y después del terremoto a través de organismos multilaterales como la ONU, BID, Banco Mundial y agencias gubernamentales de cooperación internacional como la USAID, sin alcanzar niveles de desarrollo mínimos que indiquen que dicha ayuda está siendo canalizada al estilo de los ejemplos mencionados, en especial, el ejemplo ruandés el cual constituye un modelo de sociedad post-conflicto en vías de reconstrucción.

Sin lugar a dudas que no hay un modelo lineal para alcanzar el desarrollo, ya que éste no puede verse desde una óptica economicista o financiera únicamente, sino que para alcanzarlo se deben conjugar múltiples factores que van desde de lo cultural hasta lo climatológico, y desde el volumen de ayuda exterior hasta el nivel de capacidad institucional (capacity-building).Asimismo, el factor esencial es la voluntad y capacidad del liderazgo nacional, como bien lo dicen los profesores Goldin y Reinert en su libro “Globalization for Development”: “El compromiso del liderazgo es una de las condiciones más críticas para asegurar el éxito de las reformas, ya sean en el área de la macroeconomía o en el combate de epidemias como el HIV/AIDS. La evidencia ha demostrado que el cambio de políticas públicas es conducido por la iniciativa propia, la capacidad, y la preparación política del país en vez de la asistencia exterior y las condicionalidades adjuntas a los préstamos extranjeros.”[8]

Tomando esta premisa en cuenta y sin hacer simplificaciones, se pueden hacer inferencias sobre el grado de desarrollo de una nación utilizando variables como la cooperación internacional-liderazgo nacional. Es ahí donde está el punto nodal de nuestra reflexión: Mientras otros países han podido concatenar la ayuda internacional a sus propios procesos de reconstrucción nacional, hay otros países como es el caso de Haití, que están empantanados en gran medida por la ineficacia de su liderazgo nacional, a pesar del volumen de ayuda internacional que han recibido directamente e indirectamente a través de organizaciones no gubernamentales (ongs).

Después del terremoto de 2010, varios países cancelaron la deuda externa de Haití. Para diciembre de 2011, le fueron cancelados US$965 millones de dólares. Asimismo, casi tres meses después del terremoto, en una conferencia celebrada en New York, la comunidad de donantes internacionales se comprometió a entregar US$4.6 billones de dólares, siendo Estados Unidos y Venezuela los principales donantes, prometiendo entre ambos más de US$1.8 billones de dólares. El flujo de la ayuda ha sido lento, en gran medida por la desconfianza de la comunidad internacional a entregar los fondos a las instituciones públicas y la percepción de la corrupción generalizada en el país, como lo muestra el hecho de que tan solo en el 2012, según la ONU, apenas un 6% de la ayuda bilateral fue canalizada a través de las instituciones haitianas, y el resto a través de ongs, lo que ha llevado a muchos a catalogar a Haití como la “República de las Ongs”[9]. Igualmente, menos de 1% de la ayuda para la reconstrucción prometida fue entregada a través del gobierno haitiano.

A su vez, tan solo Canadá, entre 2006 y 2012, proveyó una ayuda a Haití valorada en más de US$1 billón de dólares, siendo Haití el principal receptor de la ayuda internacional canadiense en el hemisferio occidental, según datos suministrados por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Canadá[10]. A pesar de toda esta ayuda recibida antes y después del fatídico terremoto, la misma no se ha traducido en cambios sustanciales y estructurales que permitan sacar a Haití del conjunto de países catalogados anualmente desde el 2005 hasta la fecha como un “Estado fallido” por los estudios realizados por Foreign Policy y el Fund for Peace[11].

Es importante resaltar este punto, ya que muchos quisieran obviar esta afirmación y querer analizar el fenómeno después del terremoto de 2010, el cual sin lugar a dudas causó una devastación espeluznante en Haití, pero la cruda realidad es que ya estaba arruinado antes de éste y, en gran medida, por esta razón las consecuencias del terremoto han sido peores.

Basta leer los siguientes datos del Haití pre-terremoto para tener una idea al respecto:

1)       Haití estaba en el lugar 145 de 169 países en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, ocupando el último lugar del continente americano;

2)       Más de 70% de la población haitiana estaba viviendo con menos de 2 dólares al día;

3)       86% de la población de Puerto Príncipe vivía en “slum conditions” o condiciones infrahumanas;

4)       80% de la educación en Haití era proveída generalmente en escuelas privadas pobres. El sistema público era considerado mejor pero no tenía muchos lugares o escuelas para enseñar;

5)       La mitad de la población en Puerto Príncipe no tenía acceso a letrinas y apenas 1/3 tenía acceso a agua de la llave[12].

Todos estos indicadores empeoraron a raíz del terremoto de 2010, agregando a estos problemas estructurales otros más agravados a nivel sanitario (epidemia del cólera) y político (parálisis y conflicto permanente entre el Ejecutivo-Legislativo haitiano), colocando a Haití en una situación muy difícil para recuperarse en el corto plazo, y que amerita una atención prioritaria por parte de la comunidad internacional en los próximos años, si realmente se quiere estabilizar y sentar las bases para una verdadera reconstrucción del Estado haitiano.

Por tanto, las preguntas fundamentales que deben hacerse son: ¿Después de tanta ayuda internacional antes y después del terremoto de 2010, existe realmente un plan o proyecto de nación por parte de la élite y/o liderazgo haitiano que procure levantar a Haití de las cenizas en que se encuentra y construir un verdadero Estado-Nación? O ¿Haití está atrapado en un “cul de sac” por la responsabilidad principal de su liderazgo nacional que no puede elaborar un proyecto de nación viable al corto, mediano y largo plazo, sin importar el volumen de ayuda internacional que reciba?

Algo en común que han tenido todos los modelos exitosos en cooperación internacional-reconstrucción del Estado, es la responsabilidad de su liderazgo nacional y la asunción de políticas de Estado que sobrepasan las banderías partidarias. Alemania, Japón, Singapur, Israel, Malasia y Ruanda, tienen como denominador común la responsabilidad de un liderazgo nacional que hizo sinergia entre la ayuda internacional recibida y un proyecto de Estado-nación, que los pone a la vanguardia de modelos a seguir para Estados colapsados, en vías de colapso o que estén en proceso de reconstrucción luego de conflictos o desastres naturales.

Sin embargo, un país como Haití, donde el Presidente del Senado solicitó a tropas extranjeras asumir un rol contrario al del Presidente de la República[13]; que no ha podido ni siquiera complacer a la comunidad internacional y a su propia población respecto a la organización de las elecciones congresuales y municipales (retrasadas por más de dos años ya)[14]; que ha destruido su ecosistema e industria local, incluyendo las zonas francas; que tiene según algunos cálculos hechos, un 70% de su capital humano fuera del país[15]; que su liderazgo económico no le interesa contribuir con una mejora del Estado-nación, sino continuar la expoliación[16]; que tiene una crisis de representatividad que se muestra en la fragmentación del espectro político con más de 35 agrupaciones, lo cual muestra el grado de “licuación” que hay en Haití de las voluntades. En definitiva, la carencia de una plataforma política mínima para estabilizar el país, puede llevar lamentablemente a una conclusión como la que hizo el destacado lingüista haitiano Emmanuel W. Vedrine en un artículo publicado en el 2008 intitulado “¿Tantos partidos políticos y tan poco progreso?”[17]: “Los mismos problemas, y las mismas historias están siendo repetidas en el siglo XXI donde los políticos haitianos, particularmente aquellos en el poder, intentan ignorar sus problemas y no intentan hacer nada con su poder, no tan solo para ayudar a los haitianos a regresar a Haití a ayudar, pero tampoco no intentan hacer algo en Haití para detener el flujo de ilegales de haitianos que van a la vecina República Dominicana y otras partes del Caribe en búsqueda de mejor vida, un sueño que, sin embargo, no se ha convertido en realidad para la mayoría de ellos.”

Ninguna sociedad se liquida si existe un consenso político mínimo para la reconciliación y la construcción de los cimientos básicos para la construcción del Estado. Para lograr esto, el volumen de ayuda extranjera que se destine a un país no es relevante, sino que lo que realmente cuenta es la existencia de la voluntad política del liderazgo nacional para lograrlo, lo que no ha pasado en Haití en los últimos años, y es por eso que toda la cooperación internacional será fallida hasta tanto ese liderazgo nacional haitiano asuma lo que bien dijo el pasado año el mandatario uruguayo José Mujica: RESPONSABILIDAD POR SUS ACCIONES.

 

Twitter: @mvjavj

Email: manuelalejandro.valerio@gmail.com

 


[1]Ver reportaje sobre Mozambique en el siguiente link: http://blogs.aljazeera.com/blog/africa/mozambique-african-success-story

[2] Ver información en el siguiente link: http://money.cnn.com/news/economy/world_economies_gdp/

[3] Ver Informe “US Occupation Assistance: Iraq, Germany and Japan Compared” en el siguiente link: https://www.fas.org/sgp/crs/natsec/RL33331.pdf

[4] Ver información en el siguiente link: http://money.cnn.com/news/economy/world_economies_gdp/

[6] Ver reportaje preparado por el Council on Foreign Relations en el siguiente link: http://www.cfr.org/rwanda/rwanda-road-recovery/p21853

[8]Ian Goldin y Kenneth Reinert, Globalization for Development, World Bank/Palgrave Macmillan, 2007, Washington, D.C., pp.132-133.

[9]Ver reportaje sobre el flujo de la ayuda exterior en Haiti preparado por The Guardian en el siguiente link: http://www.theguardian.com/global-development/datablog/2012/jan/12/haiti-earthquake-aid-money-data

[11] Ver todos los Índices de Estados Fallidos preparados por el Fund for Peace y Foreign Policy en el siguiente link: http://ffp.statesindex.org

[12] Ver datos pre y post-terremoto en Haití en el siguiente link: http://www.dec.org.uk/haiti-earthquake-facts-and-figures

[15] Ver interesante estudio preparado por Tatiana Wah de Columbia University: http://cgsd.columbia.edu/files/2013/07/ENGAGING-THE-HAITIAN-DIASPORA.pdf

[17] Ver artículo de Emmanuel W. Vedrine en el siguiente link: http://www.potomitan.info/vedrine/political.php

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