La crisis en Haití ha alcanzado niveles alarmantes, y la reciente evacuación de personal no esencial por parte de los Estados Unidos, la Unión Europea y otros países solo resalta la gravedad de la situación.
Durante demasiado tiempo, Haití ha hecho un llamado desesperado a la ayuda internacional, pero las respuestas han sido insuficientes y tardías.
Las bandas criminales, lideradas por figuras como Jimmy «Barbecue» Chérizier, han sumido a ese país en un estado de terror sin precedentes.
La violencia desenfrenada, con cientos de personas asesinadas y mujeres y niños víctimas de horribles violaciones, ha dejado a la población en un estado de constante miedo y desesperación.
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El presidente Luis Abinader ha intentado llamar la atención de la comunidad internacional en repetidas ocasiones, pero sus esfuerzos parecen haber caído en oídos sordos.
Ahora, cuando prácticamente no queda personal internacional en Haití, se convoca a reuniones para discutir qué hacer. Sin embargo, la realidad es clara y evidente para todos: Haití necesita ayuda urgente.
Es inaceptable que se haya permitido que la situación llegue a este extremo antes de que se tome alguna acción significativa. La inacción y la falta de una respuesta coordinada y efectiva solo han empeorado las condiciones en el país.
Haití merece más que simples discusiones y reuniones; merece acciones concretas y un compromiso real para abordar las raíces del problema y restaurar la seguridad y la estabilidad.
La comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de intervenir y brindar apoyo al pueblo haitiano en este momento crítico.
No podemos permitir que sigan sufriendo en silencio mientras las bandas criminales continúan sembrando el caos y el terror. Es hora de actuar con decisión y solidaridad para ayudar a Haití a salir de esta crisis, y construir un futuro más seguro y próspero para todos sus ciudadanos.