Haití en el futuro dominicano

Haití en el futuro dominicano

Un Haití predecible
El mundo que conocemos pese a la euforia de las redes sociales, no es un mundo de cabos sueltos, construido desde la oscura y fría tecla o pantalla táctil de un ordenador o iPhone, que manipula un chico analfabeto o educado, de clase media, capaz de incendiar las estepas, alentado por la creencia ingenua de que la irrupción de la Primavera Árabe o de los “Indignados” fueron fenómenos sociales espontáneos. Este no es un mundo Matrix, es un mundo “planeado”, “pensado” y construido por una pléyade de “prominentes líderes” de la finanza, la industria, el comercio, la abogacía y del pensamiento de las universidades de Columbia, Harvard, Chicago, John Hoskin, Princeton…, agrupados desde 1921 en el Consejo de Relaciones Exteriores, un organismo privado, dedicado a estudios de casos de interés nacional, de gente de renombre, como Walter Lipman, el analista social que popularizó y criticó el concepto de Guerra Fría o el “Halcón” Allen Dulles que acuñó la frase de: “Un mundo predecible”, que traída a nuestra realidad insular sería como abogar por un “Haití predecible”, la vía más expedita para empezar a construir una visión de Haití en el contexto dominicano, que nos permita planearlo hasta convertirlo en un asunto predecible, y esto implica un compromiso de los actores público y privado de abordar los asuntos haitianos con objetivos nacionales definidos, integrales y enfoques estratégicos de corto y largo plazo, centrado en el principio de que Haití es la extensión natural de nuestro mercado interno, y que el Estado y los empresarios dominicanos no se pueden dar el lujo de que por chantajes, incomunicación diplomática o por la falta de un decisivo influjo de la política dominicana en sectores claves de la política haitiana como tradicionalmente hizo Trujillo y otros presidentes, se erosionen nuestras relaciones.

Pensar el futuro dominicano más allá de la Estrategia Nacional de Desarrollo (END)porque por Haití lo están haciendo la Unión Europea, las organizaciones frentistas y el Banco Mundial, este último dice que “pocos hogares haitianos pobres reciben asistencia gubernamental en la República Dominicana”. Una falacia, que desconoce los gastos en salud pública e indican que “aparentemente, las exportaciones de la República Dominicana a Haití están cerca de su nivel potencial, mientras que las exportaciones de Haití a la República Dominicana están muy por debajo de su potencial…”, eso es una verdad a medias. Es cierto que por el escaso desarrollo de la economía de Haití la estructura de exportación es débil, pero preconizar que las exportaciones nuestras hacia Haití están llegando a su umbral, es un juicio poco serio. A menos, de que estos criterios sean partes de una política de acciones extraeconómicas para aislarnos.
El Banco Mundial reconoce que la “RD se ubica en el segundo lugar, después de Estados Unidos, como fuente de remesas” (US$143 millones), y que “la mayor proporción de remesas provenientes de la República Dominicana” “benefician a hogares pobres”, que tienen más impacto que las remesas “enviadas desde los Estados Unidos” Pero también ahí nos quieren tumbar el pulso, desmoralizarnos, señalando que hay un flujo de estudiantes haitianos, como primer destino de estudio que somos, que genera ingresos al país equivalentes al 42% de las remesas enviadas.

“Estados fallidos”
Otras entidades internacionales, como el Fondo Por la Paz (FundforPeace), de forma alegre nos incluye en su Índice anual de Estados Fallidos, junto a Haití, ranking que publica en la influyente revista norteamericana ForeignPolicy, para como indican Noam Chomsky, pensador norteamericano y profesor emérito de lingüística del Massachusetts Institute of Technology (MIT), y el politólogo peruano Javier Alcalde Caldoza, estos calificadores “se centran en explicaciones ‘ideológicas’, es decir, que buscan legitimar y sostener una visión distorsionada de inferioridad de los Estados fallidos, y así poder intervenir en ellos.”

La realidad es que nuestro Estado se ha pasado estas últimas dos décadas transitando de la mayor ayuda solidaria a pueblo alguno como se ha hecho con Haití, sobre todo, más intensa después del terremoto, y por otro lado, recibiendo de algunos organismos internacionales, ONGs y las autoridades haitianas, acusaciones y condenas al propio Estado y prohibiciones y establecimientos de barreras no arancelarias: zoo y fitosanitarias y ambientales, extraeconómicas, acciones poco elegantes, que afectan la imagen de nuestra nación.

Los organismos dominicanos tienen que volver a pensar nuestras relaciones con Haití de manera más rigurosa, dedicarle más tiempo y esfuerzo político-académico para construir unas relaciones bilaterales predecibles, que no nos agobien y que no nos sigan dando sobresaltos, con anuncios de nuevas prohibiciones de importaciones de aves, huevos, plásticos y otros productos, por muchas razones, porque la migración haitiana es una realidad irreversible en la sociedad dominicana, con sus efectos positivos y negativos en el mercado laboral y en el entramado societal y porque Haití es nuestro principal socio comercial, con un flujo de comercio de más de mil quinientos millones de dólares. Y como revela el Estudio del Banco Mundial, somos el segundo país que provee más remesas a Haití y de mayor impacto en los hogares pobres de esa nación.

Alianza puntual 
Hay que pensar a Haití no solo desde el Ministerio de Relaciones Exteriores, sino desde las entidades empresariales y las academias. Remover el pensamiento anquilosado de nuestras universidades. Comprometer a la Escuela de Graduando de Altos Estudios Estratégicos de las Fuerzas Armadas, un organismo activo, que ha venido formando a muchos dominicanos en seguridad nacional. Una tarea que también la podría liderar el prestigioso Centro de Altos Estudios de Ciencias Sociales de Funglode, entidad que tiene el rigor académico y la capacidad para coordinar estudios de interés nacional y estratégicos para el desarrollo del país.
Incluir a los organismos de seguridad nacional, no para realizar espionajes que atenten contra la privacidad, sino para caracterizar los perfiles de los grupos y personajes más influyentes de Haití y sobre todo, identificar los aliados reales o potenciales nuestros, definir los escenarios que ponen en riesgo la inversión y el comercio dominicano, y después que se haya articulado ese discurso bajo una estructura de poder y compilado los estudios especializados y de inteligencia, entonces, solo así, estaremos en capacidad de estructurar una política de comercio y de “buena vecindad” frente Haití, cumplir con uno de los objetivos del Primer Eje de la Estrategia Nacional de Desarrollo que consigna “Consolidar espacios de diálogo con la República de Haití que permitan la definición e implementación conjunta de proyectos de interés mutuo y coadyuven al desarrollo sostenible insular”, porque hasta ahora, el Estado soberano haitiano lo que ha hecho es aprovecharse de nuestras debilidades.

Guarionex Luperón
Sociólogo y guionista, egresado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba.

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