Soldados vigilan en Petion Ville, el vecindario donde vivía el presidente Jovenel Moïse, en Puerto Príncipe, capital de Haití, el 7 de julio de 2021. Moïse fue asesinado después de que un grupo de personas no identificadas atacaran su residencia privada, en medio de una crisis política y económica en el país. (AP Foto/Joseph Odelyn)
Haití, sumido en la crisis y el caos, encara un futuro incierto tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse al que siguió un supuesto tiroteo en el cual, según las autoridades, la policía mató a cuatro sospechosos del magnicidio, detuvo a otros dos y liberó a tres policías tomados como rehenes.
Las autoridades prometieron hallar a todos los responsables del asalto a la residencia de Moïse el miércoles por la madrugada que mató al presidente y dejó a su esposa, Martine Moïse, herida de gravedad. Ella fue trasladada a Miami para recibir tratamiento.
“La persecución de los mercenarios continúa”, dijo el director de la Policía Nacional, Léon Charles, el miércoles por la noche al anunciar los arrestos. “Su destino está resuelto: caerán en el combate o serán arrestados”.
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Las autoridades no revelaron los nombres, edades, nacionalidades ni otros detalles de los sospechosos ni se refirieron a los motivos o cómo la policía determinó que eran los presuntos autores del crimen. Se limitaron a decir que el ataque, condenado por los principales partidos de oposición y la comunidad internacional, fue perpetrado por un “grupo altamente entrenado y fuertemente armado” cuyos miembros hablaban español o inglés.
El primer ministro Claude Joseph asumió el gobierno de Haití con ayuda de la policía y las fuerzas armadas y decretó un estado de sitio de dos semanas tras el asesinato de Moïse, que provocó estupor en un país que sufre los más altos niveles de pobreza, violencia e inestabilidad política del continente americano.
La inflación y la violencia pandillera están por las nubes mientras escasean los alimentos y combustibles y el 60% de los trabajadores haitianos ganan menos de 2 dólares diarios. Haití aún no termina de recuperarse de un terremoto devastador en 2010, el huracán Matthew en 2016, y una larga historia de dictaduras e insurrecciones.
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En el extranjero, familiares y amigos de los haitianos se preguntan qué sucederá.
“Hay un vacío ahora y tienen miedo de lo que sucederá a sus seres queridos”, dijo Marlene Bastien, directora ejecutiva del Family Action Network Movement, que ayuda a la gente en el barrio Pequeña Haití en Miami.
Es importante, dijo, que el gobierno estadounidense asuma un papel mucho más activo en el apoyo a los intentos de un diálogo nacional con el fin de realizar elecciones libres, imparciales y creíbles.