Hay gente que está razonando y hablando como si Haití estuviera en guerra, en estos momentos, contra la República Dominicana. Cuanto ocurre en la vecina nación es que está atravesando una de sus crisis más profundas de los últimos años, como expresión de su vieja condición de Estado fallido.
La amplia presencia militar en la frontera es una prevención válida para evitar avalanchas o estampidas de haitianos que se vean amenazados por las bandas que dominan buena parte del territorio y que están imponiendo su ley “a sangre y fuego”. Es una decisión de Estado que todos aprobamos.
Pero debemos evitar sobreactuar y debemos evitar los comportamientos racistas y las prédicas de odio. Pongamos el orden migratorio sin lacerar la dignidad humana de los haitianos y sin olvidar que la inmigración vecina lleva más de 100 años y que sus aportes a nuestra economía están ahí, en la industria azucarera, en las plantaciones de arroz, en la construcción y otras áreas.