Haití a la deriva; ¿por qué EE.UU. llamó a sus ciudadanos a abandonar la nación caribeña?

“La inseguridad, violencia y el hambre, recrudecen el drama que viven millones de ciudadanos en Haití, ante la retórica inerte de la comunidad internacional”

Mientras Haití espera las ayudas ofrecidas por la comunidad internacional, el país navega en aguas cada vez más turbulentas, lo que han obligado a países a tomar acciones, para proteger a sus connacionales.

Esto se evidencia en el comunicado emitido esta semana por los Estados Unidos, en el que sugiere a sus ciudadanos abandonar la nación “lo antes posible”, debido al clima hostil que atraviesa la media isla.

Las bandas se han apoderado de zonas importantes de Puerto Príncipe como Cité Soleil o Croix-des-Bouquets, donde las bandas armadas operan a sus anchas y mejores armadas que la propia Policía de Haití, un organismo que lucha prácticamente a mano limpia contra el arsenal de los pandilleros.

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Desde el asesinato de su presidente Jovenel Moise el 7 de julio del 2021, Haití no ha podido levantar la cabeza en el aspecto político, social ni económico, agudizando cada vez más la crisis, en una ya golpeada sociedad donde abunda la desigualdad en todos los ámbitos.

Este mes, incluso, conflictos entre bandas han provocado el cierre de la embajada de los Estados Unidos, por tiroteos registrados próximo a su sede, en lo que pudiera leerse como un desafío a la comunidad internacional, que ha urgido en reiteradas ocasiones, un plan de acción para intervenir Haití.

Pero mientras esas ayudas llegan, 3,500 personas han sido víctimas de asesinatos, secuestros o heridas, en los primeros seis meses del año, según un informe elaborado por la Unidad de Derechos Humanos de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH). 

Una nota publicada por la agencia EFE este jueves, resalta que según el informe, el departamento del Oeste, donde se encuentra la capital, siguió registrando el mayor número de personas asesinadas, heridas o secuestradas, con un 82 % de los casos, siendo los municipios de Cité Soleil, Croix-des-Bouquets, Pétion Ville y Puerto Príncipe los más castigados.

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Además, la violencia se extendió en el departamento de Artibonite, que acumuló el 13 % de los casos, sobre todo en las comunas de L’Estère, Liancourt y Petite Rivière de l’Artibonite.

Los niveles de incertidumbre y violencia han motivado al éxodo de miles de familias, quienes han migrado a zonas apartadas de los sitios en conflicto o incluso, fuera de su país.

Un reporte publicado este mes por Human Rights Watch, indica que “los asesinatos, secuestros y actos de violencia sexual cometidos por grupos criminales en Puerto Príncipe, la capital de Haití, y sus alrededores, han aumentado drásticamente desde principios de 2023”. 

Denuncia que “el gobierno haitiano no ha protegido a la población de la violencia de estos grupos criminales, muchos de los cuales tienen presuntos vínculos con altos funcionarios políticos, actores económicos y policías”.

El organismo defensor de los derechos humanos condiciona incluso las ayudas internacionales para Haití, afirmando que el problema debe comenzar a resolverse con la instauración de un nuevo gobierno, que permita recuperar la paz social.

“El apoyo internacional en materia de seguridad puede ser esencial, pero podrá ser más eficaz con un nuevo gobierno de transición y como parte de una respuesta multifacética que cuente con salvaguardas sólidas en derechos humanos”, afirma el informe.

Kenia se ha comprometido en liderar una fuerza de acción conjunta, que permita intervenir el vecino país, pero la entrada en acción se ha ralentizado por la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, quien aún no decide al respecto.

¿Será tan fácil intervenir Haití?

Para conformar un bloque de naciones que asista al país caribeño, la ONU tendría la última palabra, aunque la mayoría de los países, (aunque hasta el momento solo de retórica), se han comprometido con la causa.

Sin embargo, la clave estaría en el voto disidente que posee tanto China como Rusia, quienes públicamente se han opuesto a que se intervenga (al menos militarmente), la tierra de Jean-Jacques Dessalines.

Por ser miembros permanentes, cualquiera de los dos que utilice su derecho al veto, paralizaría la ejecución de un plan global para sanear a  Haití, por lo que al menos por esa vía, la situación peligra, a no ser que se consiga un acuerdo.

Las ayudas están llegando

Pero mientras los países se ponen de acuerdo, las ayudas han empezado a llegar y Estados Unidos donó 16 unidades blindadas para la Policía Haitiana, así como 500 armas automáticas, para fortalecer a las fuerzas del orden. Además, Canadá ya ha enviado varios lotes de vehículos pesados, que han estado utilizándose desde hace varios meses.

Plan sistemático

Una posible intervención debe hacerse de manera sistemática y paulatina, enfocándose en erradicar los principales atenuantes de la crisis, como es la violencia provocada por las bandas y la inestabilidad política por falta de un gobierno legítimo.

Una vez subsanados estos dos escollos y se garantice la seguridad física, es necesario entonces enfocarse en la crisis alimentaria, que tiene a millones de haitianos padeciendo de este mal.

Un análisis realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y publicado en mayo de este año, indica que “4,9 millones de personas en Haití -casi la mitad de la población del país- está experimentando altos niveles de inseguridad alimentaria aguda”.

El informe revela que la cifra “representa un aumento de 200 000 personas en sólo cinco meses. Y del total de personas afectadas, 1,8 millones se encuentran en situación de emergencia (fase 4 de la CIF), cifra superior a los análisis de los últimos tres años”

“Esto significa que los hogares se enfrentan a grandes carencias que provocan una elevada desnutrición aguda y un exceso de mortalidad, o se ven obligados a adoptar mecanismos de supervivencia negativos para cubrir las necesidades alimentarias, como vender sus activos productivos o consumir semillas en lugar de plantarlas, lo que aumenta su vulnerabilidad”, señala el organismo.

La incorporación de un plan enfocado en esos tres ejes (político, de seguridad y alimenticio), sería la vía más idónea para buscarle una salida real a la crisis, que tiene al mundo haciendo muchas promesas pero ejecutando pocas acciones.