Un pueblo como el haitiano, que lleva la protesta en la sangre, no ha pisado las calles por el asesinato de su presidente Jovenel Moise, perpetrado hace una semana, y tampoco se han visto expresiones públicas de duelo.
El magnicidio, acaecido después de tres años realmente convulsos, marcados por protestas, violencia, secuestros, ruina económica y la covid-19, ha dejado a la población en estado de “shock».
La inquietud y el temor de los ciudadanos es patente y se expresa en las calles, que permanecieron desiertas en los dos primeros días tras el crimen y después fueron poco a poco recuperando la normalidad.
Muchos ciudadanos se muestran apenados y brota la empatía por el ser humano, aunque Moise no despertara muchos afectos entre la población, después de tres años de crisis constante.
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SI MATAN AL PRESIDENTE, ¿QUIÉN NO CORRE PELIGRO?
Mila Amboise se siente insegura, porque si el presidente Moise, con toda la seguridad que tenía, murió asesinado de esa manera, se pregunta qué pueden esperar ciudadanos comunes como ella que no tienen medios para protegerse.
Afirma estar “muy triste”, nunca pensó que algo así pudiera ocurrir, nunca imaginó que pudieran matar al presidente de esa manera.
Con ella coincide un hombre que prefiere no identificarse. “El presidente Moise es una persona, como yo, así que es muy triste que lo hayan asesinado. Definitivamente, estoy muy afectado por su muerte”, responde a Efe.
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Otro hombre, Alex, afirma que “como ser humano, la noticia ha afectado a todos, porque es humano».
“Hay mucha política, pero un adversario no es realmente un enemigo. Este asesinato nos perjudica. Tal como sucedió, existe la posibilidad de que el país llegue al caos”, evalúa.
Otro hombre, que rehusó revelar su identidad, se muestra impasible ante el suceso- “No tiene ningún efecto sobre mí. Porque estoy acostumbrado a este tipo de situaciones. Todo el mundo en el país se ha arrepentido de vivir aquí. No me importa».
TODO EL MUNDO EN CONTRA
Mientras escalaba sin parar una crisis polifacética en Haití, Moise fue perdiendo uno a uno la gran mayoría de los apoyos que lo llevaron a ganar, en la primera vuelta, las elecciones en 2016.
En los últimos meses habían pedido su renuncia la oposición, los sindicatos, el sector empresarial, las iglesias y numerosos colectivos profesionales y de la sociedad civil.
Desde el verano de 2018, las protestas contra Moise interrumpieron toda actividad económica en Puerto Príncipe por semanas enteras, en diferentes etapas.
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Se convocaron protestas contra la corrupción, por causa de la inflación o la falta de combustible, y más recientemente, contra la ola de secuestros y la violencia indiscriminada de las bandas armadas que operan en los barrios de la capital, y también contra el polémico proyecto de nueva Constitución que abanderaba el mandatario.
Pero tras la muerte de Moise, se mantiene el silencio de las calles.
El analista político Georges Michel dice a Efe que “la gente sigue sorprendida, sigue en shock».
“El asesinato del presidente creó un trauma. La población se vio sorprendida por la noticia” y, aunque “pedía su renuncia, no lo quería muerto”, dijo.
EL EJEMPLO DEL PASADO
El analista recuerda que cuando otros presidentes murieron estando en el poder, sea asesinados o por causas naturales, el último de ellos el dictador François Duvalier en 1971, “todo el mundo se calla».
“La población no se echa a la calle cada vez que muere un presidente». En general, dijo, “la población reacciona con calma”, salvo algunas excepciones, como cuando el líder independentista Jean Jacques Dessalines fue traicionado y asesinado por sus colaboradores en 1806.
La otra gran excepción fue el otro magnicidio ocurrido en el país, la muerte de Vilbrun Guillaume Sam en julio de 1915, caso en el que la población ya estaba en las calles manifestándose contra su régimen y una turba lo linchó y lo mató.
A su entender, las protestas que se han venido sucediendo desde hace meses, “se reanudarán pronto. La oposición se manifestará contra Claude Joseph”, quien está dirigiendo el país tras el magnicidio como primer ministro interino.
Los ciudadanos que quieran llorar la muerte del presidente Moise podrán hacerlo cuando se celebre el funeral de Estado que organiza una comisión creada a tal efecto, aunque está por concretar la fecha de las exequias.