Una nube cierne sobre Haití que sombrea el país, esa oscuridad es comparable, alegóricamente, a la famosa sentencia atribuida al obispo tomista Joseph Torres (15 de mayo, 2018). En ese momento Cataluña vacilaba en ser hispánica y cristiana, o carolingio, catalán e independiente. Ante esto, el prelado dijo: “Cataluña será cristiana o no será”. Esta declaración es comparable con el dicho de “Haití se restablece o no se restablece”.
Vale la pena reflexionar sobre esta conjetura para tratar de sacar el significado de esta expresión. Se puede ampliar y profundizar la locución, dado el caso de la situación que por largo tiempo está deteriorando ese país, y no hay manera de conjeturar lo que acontecerá en el futuro cercano, pues siempre aparece un trance.
El estudio de los actuales acontecimientos es importante para los que por razones geopolíticos estamos obligados a convivir en este terruño; ya que cuando los haitianos están bien, los dominicanos estamos mejor. Se necesita un genio superdotado para tratar de predecir si Haití se restablecerá o no.
Por ahora, hay un Consejo Presidencial que atiende a la posible escogencia e instalación de un primer ministro; esto hace reflexionar y proyecta un hálito de esperanza; más, no se sabe si esto traerá paz, estabilidad social que propiciaría el principio de restablecer el país que ha caído en un pozo sin fondo, y con sogas débiles y palancas inadecuadas. Es degradante el caos alrededor de la capital, Puerto Príncipe; la violenta crueldad de las gangas es detrimente; la mezquindad de políticos es patético; la confusión reinante es continua, y la incapacidad que reina, hace difícil pronosticar lo que sucedería ahora y los días venideros.
Este es un intrigante enunciado, “Haití se restaura o Haití no se restaura”, dicho con aparente intención aventurera y/o tal vez, insidiosa. Es una expresión de doble sentido; pues, algunos dicen que Haití se restaura, sin embargo, al mismo tiempo otros pesimistas niegan la pronta restauración. En realidad, esta declaración es precisamente ambigua como es esa nación en estos últimos años. Haití quiere y puede, al mismo tiempo puede, pero no quiere; es inconsciente ese estado que prevalece, pero es una ineludible verdad.
La nación vecina al oeste de la isla Quisqueya, trae a mi memoria un sermón predicado por un ministro que denigraba y acusaba a algunos miembros de su congregación. Él decía, que eran como unas criaturas inútiles: “pues, parecen no tener almas; y cuando estaban en un barril y algunos trataban de salir, los de abajo ataban a los de arriba, y los halaban hacia abajo, y ninguno se libraba salir del barril”. Suplicamos por tanto a Dios, diciendo: Que se dignes poner fin los conflictos sociales y a las guerras en todo el mundo, dar a todas las naciones y poblaciones unidad, paz, y concordia, y otorgar libertad a todos los pueblos.”