Haití, siamés ¿sin solución?

Haití, siamés ¿sin solución?

Hace pocos días vino el Presidente Martelly a conversar privadamente con el Presidente Fernández y poco se sabe de ese encuentro, a no ser que el avión del líder haitiano aterrizó en Las Américas en lugar del Higüero, sorprendiendo a su propia seguridad, a las autoridades criollas y hasta a su embajador.

Haití avanza demasiado lentamente para sobreponerse a las desgracias que han significado los huracanes y tormentas y el terremoto del año pasado. Otro terremoto terrible, en 1843, ayudó a tumbar a Boyer, a disolver la unidad política haitiana y facilitó el éxito de los trinitarios encabezados por Bobadilla y Sánchez.

El terremoto de ahora también ha sido determinante en la relación entre la parte española de la isla y el país de los antiguos esclavos franceses.

Los propios haitianos lo dicen bajito, acostumbrados a una eternidad de malquerencias, y las ricas naciones prefieren ignorarlo, pero la verdad es que ninguna otra nación ha dado más a Haití a raíz de la devastación natural que su vecina República Dominicana.

A mi juicio el problema básico de Haití es que la inmensa mayoría de su población no siente absolutamente ningún vínculo con la idea de nación que poseen los poquísimos integrantes de las élites económicas, sociales e intelectuales de Haití.

Todo lo demás es consecuencia de que los propios haitianos necesitan integrarse a un proyecto de nación que les ofrezca esperanza y participación, más allá de las ventajas de la corrupción política, la explotación de sus propios conciudadanos o la administración de las limosnas internacionales.

Si Haití tuviera políticos dolientes, o una clase dominante menos egoísta e incompetente, quizás habría podido salvar los arrozales del Artibonito, que a principios de los ’90 producían casi todo el arroz que comían los haitianos. O talvez evitarían que las importaciones de trigo (subsidiado en Estados Unidos) obliteren su producción de maíz.

En los 25 años desde que Baby Doc fue expulsado poniendo fin a la dinastía Duvalier, los ricos de Haití han hecho poca cosa que no sea expoliar más a sus pobres, seguir exprimiendo al esmirriado pueblo haitiano, sin aprovechar la rica experiencia de cuanto hicieron los empresarios dominicanos al caer Trujillo, que formaron instituciones para promover el desarrollo y la educación e invirtieron con fe en su país.

Hay mucho en que podemos ayudar a los hermanos haitianos, pero ellos también deben querer ayudarse.

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