La crisis interna que atraviesa Haití, solo parece agudizarse con el paso de los días, al punto de que actualmente policías y militares de la Brigada de Seguridad de Áreas Protegidas (BSAP), una dependencia del Ministerio de Medio Ambiente, se enfrentaron este jueves en Juana Méndez.
El conflicto entre los policías y militares se produjo porque supuestamente, los agentes del BSAP intentaron, junto a una turba, ingresar a la oficina de aduanas departamental, resaltan medios haitianos.
Pero esto es uno de los tantos focos de conflicto que enfrenta Haití actualmente y que van desde lo político, hasta lo social e incluso de seguridad nacional, mientras aún no termina de llegar la tan anhelada ayuda internacional.
De momento, el BSAP se le ha revelado al gobierno de Ariel Henry, a quien le exigen que renuncia y convoque elecciones presidenciales urgente, aunque este se ha negado a dar ese paso, dejando al país en una especie de limbo policial.
A continuación, los principales frentes abiertos.
Crisis social
Desde la extradición de Guy Phillippe, el golpista apresado por los Estados Unidos y que regresó al país en noviembre pasado, las presiones sociales en contra del gobierno se han intensificado considerablemente, luego de que el exmilitar llamara a sus seguidores a salir a las calles, para protestar contra el actual gobierno.
Es así como desde un par de semanas atrás, Puerto Príncipe y ciertas zonas neurálgicas de Haití, han sido el epicentro de acaloradas protestas, con las que se busca presionar a las actuales autoridades.
De momento no se han presentado eventos violentos considerables, en comparación a jornadas pasadas, en las que se registraron muertes y heridos, como parte de las protestas antigubernamentales.
Rebelión del BSAP
La Brigada de Seguridad de Áreas Protegidas (BSAP), para el 2018, contaba con 100 militares, quienes tenían bajo su responsabilidad, proteger el Medio Ambiente y los recursos naturales de Haití, aunque con e tiempo, el cuerpo armado comenzó a crecer y tomar otras atribuciones, al punto de representar una amenaza para el primer ministro haitiano, hoy en el poder, lo que le motivó la semana pasada, a destituir a su líder Jeantel Joseph, bajo el alegato de extralimitar sus funciones.
Pero lejos de aplacar el conflicto, la decisión provocó que los militares le declararan la guerra y se han unido a los civiles en su lucha para que se restablezca el orden constitucional lo antes posible, una de las condiciones que han expresado incesantemente los organismos internacionales, como punto de inflexión para salir de la crisis en la nación caribeña.
Es así como las protestas comienzan a tomar un nuevo matiz y fuerza, ya que no se limita exclusivamente al plano social, sino que también agrega elementos beligerantes, que buscan a toda costa hacer saltar del poder a Henry, quien ha denunciado un supuesto plan ejecutado por políticos y empresarios.
La violencia de las bandas y los secuestros
Pero además del factor social y económico, el factor violencia ejercido por las bandas, es otro de los detonantes de la crisis actual que vive un Haití a la deriva, desde el magnicidio de Jovenel Moise, en julio del 2021.
Desde el asesinato del mandatario, el país se encuentra prácticamente acéfalo, ya que los poderes del Parlamento fueron suprimidos y Henry, tomó “las riendas” de la nación, para gobernar por decreto, algo que no ha podido hacer en los dos años y medio que lleva al frente.
Como consecuencia de esto, las bandas han provechado el vacío, para disputarse territorios a sus anchas, dejando una estela de violencia a su paso, ante la mirada indiferente de las autoridades.
Sin embargo, para algunos, una luz se vislumbra al final del túnel con la llegada de los primeros efectivos policiales kenianos, pautado para febrero y quienes llegaran a Puerto Príncipe con la clara misión de enfrentar estos grupos armados, como primer eslabón para la estabilización del país.
Ante esta amenaza, los líderes de bandas se preparan para lo que pudiera venir, por lo que han iniciado a implementar sus estrategias de financiamiento, con los secuestros, como el de la pasada semana, cuando seis monjas fueron retenidas por grupos armados, que exigían el pago de US$ 5,000,000 millones de dólares por su rescate.
Tras seis días de cautiverio, las religiosas fueron finalmente liberadas este jueves, aunque nunca se dio a conocer la información de si se pagó o no el rescate.
Es así como todos estos elementos convierten la situación en el vecino país en una especie de bomba de tiempo, que en cualquier momento puede estallar, pero que mientras tanto, afecta a millones de haitianos, quienes sobreviven como pueden, en un país que marcha sin rumbo mientras se pierde la esperanza.