El Gobierno de Haití anunció este lunes una subida del salario mínimo tras una serie de protestas organizadas por los trabajadores de las fábricas textiles, pero tras conocer el valor del alza, los sindicatos convocaron nuevas manifestaciones.
El salario de los trabajadores de las industrias textiles pasó de 500 a 685 gourdes (de 5 a 6,85 dólares) por jornada laboral; una cifra insuficiente para los sindicatos, que reclamaban un salario mínimo de 1.500 gourdes (unos 15 dólares).
También se reajustó el salario mínimo de otros sectores, con un rango que oscila entre los 350 gourdes (3,5 dólares) por jornada, que percibirán los empleados domésticos; hasta los 770 gourdes (7,70 dólares), para los trabajadores de supermercados, profesores y empleados del sector servicios.
En respuesta al anuncio del Gobierno, el sindicalista Pierre Télémaque, uno de los representantes de los trabajadores de las plantas textiles del SONEPI, el principal parque industrial de Puerto Príncipe, anunció este lunes la organización de tres jornadas de protesta a lo largo de la semana.
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Manifestaciones
En las últimas semanas, los trabajadores del SONEPI se han manifestado en varias ocasiones para reclamar la subida del salario a 1.500 gourdes. Las manifestaciones han congregado en ocasiones a miles de personas y por lo general han sido reprimidos por la Policía con gases lacrimógenos y con disparos de munición real.
El salario de 500 gourdes por jornada, que estaba en vigor hasta este domingo, alcanzaba para pagar dos platos de comida en un comedor popular.
Los trabajadores reclamaban que la inflación, que acumula un alza de cerca del 24 % interanual, ha socavado su poder adquisitivo. Haití atraviesa una profunda crisis económica, en combinación con una fuerte inestabilidad política que se agudizó con el asesinato del presidente Jovenel Moise, en julio del año pasado.
Unos 4,9 millones de personas, el 43 % de la población del país, requieren ayuda humanitaria, según cálculos de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés).
El país ha encadenado tres años seguidos de recesión y muchas actividades económicas se han visto afectadas por la violencia de las bandas armadas, las constantes protestas y la inestabilidad política.
Desastres naturales, como el terremoto que causó una gran destrucción en todo el sur del país el pasado agosto, han contribuido a empeorar la situación económica de la población.