Haití, un rosario de dolor

Haití, un rosario de dolor

José Núñez

Luego de sobrevivir a los tiempos oscuros de Francois Duvalier, “Papa Doc”, su hijo Jean Claude o “Baby Doc”, y a las presiones de Francia para que pague una multa por su libertad desde los tiempos de Napoleón; o a las inestabilidades de Jean-Beltrand Aristide, el general Raoul Cétras, René Préval, Michel Martelly, junto a otros personajes de triste recuerdo, Haití, mordido sin pauta alguna por el hambre, la pobreza, la violencia y la inestabilidad, ha continuado su peregrinar como barco al garete.

Ha visto entrar y salir a las fuerzas de las Naciones Unidas (ONU), sin luz alguna.

En 2010 fue destrozado por un terremoto que dejó más 200,000 muertes. El cólera lo sacudió. Más recientemente vio caer asesinado su presidente Jovenel Moïse y otro sismo con miles de fallecidos.

Así, con las frescas imágenes de agentes fronterizos estadounidenses a caballo dándole latigazos a inmigrantes haitianos en el Río Grande, territorio estadounidense, en un acto al estilo western, ahora es el secuestro de 16 misioneros estadounidenses y un canadiense que suma incertidumbre.

La banda que los retiene pide 17 millones de dólares, uno por cada cabeza.

La germinación de milicias haitianas especializadas en asesinar, secuestrar, desatar tiroteos y sumar incertidumbre hace recordar la Somalia fraccionada en mil parcelas desde la caída de Said Barre en 1991. Cada grupo tiene un pedazo.

Se espera que tenga algún eco en la comunidad internacional el pedido de ayuda hecho por los presidentes Luis Abinader, Laurentino Cortizo, de Panamá, y Carlos Alvarado de Costa Rica. Haití es un naufragio.

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