Sin duda la seguridad del presidente Moïse participó en su asesinato
En mis años mozos solía decirse: “al dedo malo, todo se le pega”. Esta alusión puede inferirse en nuestro vecino, que desde el devastador terremoto del 2010, como se dice en béisbol: “no pega uno”, refiriéndose a los batazos de incogibles valederos para producir carreras.
Los Gobiernos solidarios que acudieron a socorrer a Haití cuando ocurrió aquella catastrófica tragedia prometieron ayudas, tanto en alimentos como en medicinas y recursos para la reconstrucción de las viviendas que habían sido derribadas por el fuerte movimiento telúrico, que alcanzó una magnitud de 7.0 en la escala de Richter y causó más de 300,000 muertes, 350,000 heridos y más de millón y medio sin viviendas. Francia, la antigua colonizadora, que se preciaba de ser su dominio más próspero, se comprometió a la reconstrucción del Palacio Nacional de Puerto Príncipe y esta es la fecha que no ha cumplido su promesa.
Hasta ahora, Haití ha recibido de los EE. UU. 4,400 millones de dólares, las Naciones Unidas le donaron otros 10,000 millones. Sin embargo, estos recursos no fueron suficientes dada la magnitud del sismo y la Organización Internacional de la Migraciones afirma que más de 32,000 personas permanecen en carpas y quedan unos 22 campamentos.
Todas estas desgracias que afectaron a Haití se han visto incrementadas por el asesinato de su presidente Jovenel Moïse el día 7 de este mes por un grupo de mercenarios colombianos que invadieron su residencia en el barrio Pelerin, a la 1:00 AM e hirieron a su esposa Martine que afortunadamente sobrevivió.
Todavía no se ha desenvuelto la madeja de este horrendo crimen, que al parecer fue ejecutado por un grupo de mesnaderos compuesto por 26 colombianos, de los cuales hay 18 detenidos, 3 muertos y 5 prófugos. Se dice que fueron contratados por una compañía cuyo presidente Walter Veintemilla, un ecuatoriano presidente de la empresa Worldwide Capital Lending Group, radicada en la Florida, que de seguro facilitó los fondos para la contratación. Por debajo se asevera que fue por encargo del Dr. Christian Emmanuel Sanon, quien hacía mucho tiempo trataba de conseguir la unidad de conciudadanos para derrocar al presidente Moïse.
Estos mercenarios colombianos contratados por Veintemilla eran militares que habían cumplido 20 años en las fuerzas especiales del ejército colombiano. Eran veteranos que habían luchado en las selvas con las fuerzas guerrilleras del ELN; por tanto, bastaba con 2 o 3 de ellos para realizar el magnicidio. El problema era, concomitantemente neutralizar la guardia personal del Presidente asesinado y para eso se necesitaba un grupo de expertos para contrarrestar las tropas que protegían al Presidente.
Prueba de que las autoridades que debían proteger al Presidente conspiraban para derrocarlo es que el jefe de la seguridad del Palacio Nacional, Dimitri Herard, viajó a Colombia donde al parecer estableció que la vía más idónea para el ingreso a Haití, era por la línea aérea Avianca que servía el aeropuerto de Punta Cana, alguno de esos que viajaron por esa vía, se tomaron fotos en Santo Domingo y después penetraron por el puesto fron terizo de El Carrizal.
A medida que pasan los días, el ovillo empieza a desenredarse. El coordinador de la seguridad Lean Laquel Civil, así como el comisario Leandre Pierre Osman, jefe de la Unidad de Seguridad de la Presidencia y Principal Amazan, jefe del Equipo CAT, unidad élite responsable de la seguridad del Presidente, se encuentran detenidos y de seguro fueron los cómplices, junto con Veintemilla y el Dr. Sanon de asegurar el éxito del magnicidio.
Como colofón y para estar acorde con sentencia que encabeza esta entrega, se quiso involucrar la compañía Helidosa, propiedad del señor Gonzalo Castillo, quien fuera que transportara a la primera dama a Florida para su internación en un hospital estadounidense. También se mencionó esta compañía como la trasportadora del adversario de nuestro país Jean Bertrand Aristide, mejor conocido en su país por Tití la Cocalité. Para fortuna del Penco, por poco se le pega lo que se llama en béisbol un “foul”.
Ya no cabe dudas posible, los responsables son los componentes de la seguridad del presidente Moïse y los mercenarios colombianos, que además fueron inducidos para disimular su origen, a recibir clases de inglés, para que se dedujera si tenían éxito, que fue la potencia estadounidense la que estuvo detrás del golpe de Estado.