Haití y los indocumentados

Haití y los indocumentados

A raíz de la sentencia TC0168/13 del Tribunal Constitucional, el Gobierno de Haití acudió a varios organismos, regionales y supra regionales, para exigir que la República Dominicana respetara los derechos de los haitianos radicados en este país. Pero esa actitud no pasó de ser un escarceo mediático que ahora queda al desnudo por el hecho de que miles de haitianos se han quedado esperando que el Gobierno de su país les suministre los documentos necesarios para regularizar su estatus. El otro desplante es el precio prohibitivo que cobra por pasaportes y actas.

Tan grande ha sido el desplante, que la Fuerza Haitiana de los Derechos Humanos (FADH) ha tenido que acudir a la embajada de su país en la República Dominicana para reclamarle por esa vía al Gobierno haitiano asistencia urgente para que los haitianos en territorio dominicano puedan obtener la documentación para aplicar en el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros.

El Gobierno haitiano tiene una gran cuota de responsabilidad en este asunto y tiene que cumplirla con el mismo tesón que acudió a denunciar a la República Dominicana a raíz de emitida la sentencia de cuyo mandato es parte el proceso que se lleva a cabo. Una vez más queda demostrado que una cosa es el bullicio mediático de supuesta defensa de los haitianos, y otra cosa dejarlos a su suerte, como demuestran los hechos.

Jurisdicción Inmobiliaria

El problema mayúsculo de la Jurisdicción Inmobiliaria debería motivar una intervención resuelta que ponga fin a las distorsiones que imposibilitan la definición clara de propiedades reclamadas en litigio en gran parte del país, pero sobre todo en la región este. Actos que van desde irregularidades hasta corrupción rampante se producen en las pujas de intereses llevadas a la justicia. El cambio o sustracción irregular de piezas de expedientes es una acción frecuente, para la que se requieren indudables complicidades.

El desorden de la Jurisdicción Inmobiliaria es uno de los problemas que más daño han hecho a la imagen del país en el exterior, por la falta de confianza que inspiran muchos de sus actos y títulos. Y la solución de este problema parece algo muy remoto, a juzgar por las veces que ha sido prometida sin que se hayan dado los pasos necesarios para materializarla.

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