Haitianos celebran peregrinajes

Haitianos celebran peregrinajes

SOUVENANCE, Haití (AP).- Los haitianos celebraban el domingo uno de los más importantes peregrinajes del vudú, un evento anual que conmemoran al ritmo de tambores, con sacrificios y vaticinios sobre si el nuevo gobierno de Haití puede sanear un país tambaleante después de la caída del presidente Jean-Bertrand Aristide.

El peregrinaje atrajo a centenares de celebrantes a Souvenance, una aldea 145 kilómetros al norte de Puerto Príncipe, donde los seguidores sacrificaron animales a Ogún, el gran espíritu guerrero de Africa occidental, y los iniciados bailaban al ritmo vertiginoso de los tambores.

En esta polvorienta aldea que fue fundada por esclavos libertos procedentes del reino de Dahomey _actualmente Benín_ situada entre frondosos cáctus, se realiza la ceremonia durante el carnaval Rara que celebran anualmente las sociedades de vudú durante la Cuaresma, cuando los grupos de bateristas y bailarines disfrazados merodean por el campo.

Vestidos de blanco y con pañuelos blancos de satén, los iniciados cantan y bailan durante toda la noche para avisarles a los espíritus mientras los curiosos se congregan. El ron, el licor de caña y hierbas son ofrendas para aplacar a una multitud de espíritus.

El domingo, los iniciados sacrifican cabras y las colocan sobre sus cabezas, la sangre de los animales gotea sobre ellos y desciende por la cabeza hasta la ropa blanca.

El vudú es una de las tres religiones reconocidas por la Constitución de Haití, junto con la católica y el protestantismo. Bajo el gobierno de Aristide, el gobierno consagraba legalmente matrimonios, bautismos y otros sacramentos vudú. Se dice que dos tercios de los 8 millones de habitantes de Haití practican el vudú, que venera a un creador y muchos espíritus, llamados loas.

«El vudú celebra la unidad», destaca George Fernand, de 63 años, un houngan, o sacerdote vudú. «Esperamos que el nuevo gobierno contribuirá a darnos unidad».

Algunos de los rebeldes que participaron en la revuelta del 5 de febrero que derrocó a Aristide el 29 del mismo mes realizaron ceremonias vudú al iniciar la insurgencia. Una ofrenda vudú al dios de la guerra fue quemada en Gonaives, el sitio de la declaración de la independencia haitiana de Francia, donde comenzó la revuelta.

El sábado por la noche, los iniciados bailaron frente a Wilfred Ferdinand, un líder rebelde conocido como «Little Wil», que observa la ceremonia sentado en una silla junto a un amigo.

«El vudú nos permite lograr muchas cosas», destaca Ferdinand, que toma una cerveza mientras los danzantes parecen caer en trance. «He venido a expresarles mis respetos y a ver qué pasa».

Los rebeldes tienen vínculos con los pobres de Haití, mientras que el gobierno designado por Estados Unidos está compuesto de tecnócratas, muchos de los cuales han pasado muchos años en el extranjero.

Se esperaba a representantes del gobierno en Souvenance, pero nadie había llegado hasta la mañana del domingo.

El primer ministro interino Gerard Latortue afirma que el gobierno realizará elecciones en el 2005. Pero los líderes de la transición necesitan del respaldo de las masas para impedir que Haití se desintegre.

Por lo menos 300 personas murieron en la rebelión. Algunas partes del país todavía no tienen policía ni pacificadores internacionales.

«El país necesita seguridad y necesita de líderes que puedan detener el hambre que tantos de nosotros tenemos», comentó Roget Biename, de 54 años de edad, residente de Souvenance, que al igual que en muchas aldeas de Haití prolifera la desnutrición y la falta de agua potable», Si el gobierno desea lograr nuestra confianza tendrá que trabajar en todas esas cosas».

Los rituales de vudú datan de más de 400 años y tienen raíces en la tribu Yoruba, que procede de Togo, Benín y partes de Nigeria.

La religión fue proscrita en varias oportunidades, primero bajo el régimen colonial francés, que obligaba a los esclavos a ocultar su fe mediante la adopción de santos católicos que correspondieron a las deidades africanas.

Varios presidentes también la prohibieron, pero floreció bajo el dictador Francois Duvalier, conocido como Papa Doc, que llevaba espejuelos y sombreros de tarro con los que se parecía al Baron Samedi, el guardián de la muerte.

Debido a la creciente pobreza, el vudú, que a menudo requiere de costosas ofrendas de alcohol y alimentos para los espíritus_ ha perdido seguidores. Pero la mayoría practica la religión.

«Es nuestra cultura», dijo Rodney Jean-Louis, de 43 años, un haitiano estadounidense que vino de Queens, Nueva York, a fin de participar en la ceremonia. «Ya sea que esté en Nueva York o en otro lugar, los tambores me seguirán retumbando en la sangre».

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