Haitianos deprimen los salarios

Haitianos deprimen los salarios

POR ODALIS  MEJIA
El economista e historiador Bernardo Vega consideró ayer que la presencia masiva haitiana, estimada en un 15% de la población en la República Dominicana, no permite que los salarios reales aumenten, empeora la distribución del ingreso en el país y atrasa la mecanización agrícola y de otros sectores, convirtiéndose en un problema económico y no cultural.

Dijo que el comercio a través de la frontera supera enormemente los números y volúmenes oficiales,  ya que se realiza de manera informal y se escamotea de varias maneras, tras sostener que este factor es uno de los determinantes que lleva a la “política mezquina” del Estado dominicano con relación a Haití, que a su juicio ha sido constante en las últimas décadas.

De su lado, el historiador Roberto Cassá planteó que industriales y  comerciantes dominicanos que mantienen relaciones de negocios con Haití presionan para que el Estado dominicano mantenga una postura de “tutelaje” sobre la nación vecina e intervenga  en los momentos y circunstancias que convenga a esa relación  favorable para los empresarios.

Mientras que el sociólogo Frank Báez señaló que las migraciones laborales han pasado a constituir el eje más importante y conflictivo de las relaciones internacionales entre la República Dominicana y Haití.

Cassá, Vega y Báez hablaron al respecto en un taller auspiciado por la Oxfam Internacional y el Servicio Jesuita a Migrantes y Refugiados (SJMR) con el objetivo de impulsar un proceso de comprensión de la realidad histórica y actual de las relaciones dominico-haitianas.

El taller se titula “Migración en República Dominicana: articulando la sociedad civil para una efectiva respuesta del fenómeno” y culminará hoy con la identificación de acciones comunes para abordar el fenómeno de la migración.

Además de los citados panelistas, participaron como exponentes Wilfredo Lozano, Pelegrín Castillo, Vielka Polanco, y Eddy Tejada, quienes abordaron el aspecto jurídico nacional e internacional de la migración.

CASSÁ

Este historiador destacó que la extensión  de la mano de obra haitiana a sectores de la producción que no son el azucarero inició una tendencia creciente de asignación  del proletariado haitiano.

Sostuvo que debido a  la desigualdad social entre ambas naciones como componente obligado del capitalismo dominicano “estamos asistiendo a la generación de  un problema con la población dominicana tradicionalmente tolerante hacia el haitiano”.

“El cúmulo de problemas que están gravitando sobre la relaciones entre ambos países tiene trasfondo de tipo cultural, de las élites  políticas y sociales”, expresó.

Cassá consideró que resolver el problema migratorio es algo delicado y requiere de respuestas concretas y responsables.

Se opuso a la postura de los nacionalistas dominicanos, pero sostuvo que es un problema que requiere soluciones sumamente difíciles porque los sectores dirigentes de este país no están interesando en la solución de este problema.

“Aquí no hay sectores con fuerza en la trama de poder que quieran una solución del problema migratorio, lo que lo hace más complejo porque está trayendo conatos amenazantes de conflictos entre segmentos de la población dominicana y la haitiana”, apuntó.

Dijo que esta situación, en un país con un alto porcentaje de desempleo y pobreza  frente a una migración masiva que no deja de crecer,  requiere de un examen minucioso que remite a la consideración de políticas y  propuesta orientadas a la regulación legal de la inmigración.

Señaló que a esto se suma la existencia de  amplios segmentos de la intelectualidad haitiana que mantienen un punto de vista cerrado, prejuiciado y duro contra la comunidad dominicana que dificulta el diálogo entre ambas naciones.

Afirmó  que intelectuales haitianos consideran que los dominicanos son  culpables de la mayoría de los problemas de su país, tras narrar que en sus últimos intercambios con esa clase profesional de la nación vecina  ha podido inferir ese odio hacia la República Dominicana. Esto lo convenció  de no volver a Haití.

“Como dominicano creo que nuestra postura no debe ser beligerante, sino comprensiva y dialogante a pesar de las dificultades que impiden el diálogo”, aconsejó.

VEGA

En tanto que Vega dijo que anteriormente tan solo algunos dueños de ingenios estaban interesados en importar haitianos, mientras hoy en día muchos empresarios del sector agrícola y de la industria de la construcción  abogan por públicamente por el derecho a seguir empleándolos, aunque estén indocumentados y se oponen a las deportaciones. “Esto significa que la sociedad civil está dividida en cuanto a lo conveniente de tanta mano de obra indocumentada”, apuntó.

Señaló que los empresarios dominicanos empleadores de indocumentados haitianos no son sancionados cuando en la mayoría de los países ese es el mecanismo más efectivo de enfrentar la migración ilegal.

Sugirió que la el creciente deterioro de la situación política y económica en Haití obliga a la República Dominicana  adoptar una nueva política migratoria, tras apuntar que la documentación de braceros se efectúa de forma limitada e informal.

Sostuvo que la nueva migración requiere una política migratoria para enfrentar esta nueva realidad que es el reto más importante de la República Dominicana.

El historiador hizo un recuento histórico de las inmigraciones haitianas y la producción desde antes de Trujillo hasta nuestros días, destacando que cuando la tiranía la importación de mano de obra estuvo bajo supervisión militar lo que garantizaba un retorno de los extranjeros a su país.

Señaló que aunque desde hace varios años se ha sugerido la creación  de una guarida fronteriza que reciba adiestramiento diferente al que reciben los miembros del Ejército Nacional, todavía las deportaciones son llevadas a cabo por soldados que desconocen las prácticas de respetar los derechos humanos.

BÁEZ

Este sociólogo agregó que la regularización migratoria es un proceso clave para empezar a desatar el nudo gordiano del problema de la migración haitiana en el país, tras sostener que “es obvio que deberá estar acompañada de diversas acciones y reformas. Pero es un paso primario y fundamental para que otras medidas y procesos puedan concretarse”.

Para esto, dijo, las organizaciones sociales y religiosas relacionadas con la defensa de los migrantes no deberían permanecer al margen de las discusiones y las decisiones que puedan adoptarse al respecto.

Indicó que los acontecimientos recientes que han resultado con víctimas haitianas en el país indican ostensiblemente que la regularización no puede ser usado como simple retórica del discurso público sin afrontar reales procesos de normatización de la inmigración.

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