Consciente de la “somalización” que vive Haití, en la pasada 77 Asamblea General de la ONU, el Consejo de Seguridad anunció la preparación de un conjunto de “medidas” para enfrentar la violencia, inseguridad y falta de autoridad en la pobre nación.

Luego el secretario general de la ONU, António Guterres, habló de una “fuerza de acción rápida” para Haití, y nada. Mientras, la República Dominicana, en voz de su canciller Roberto Álvarez, repitió esta semana en la ONU su posición: Haití es una amenaza para RD y es hora de que una fuerza internacional actúe. El presidente Luis Abinader ha dado la alerta en foros y hasta con la vicepresidenta de EEUU Kamala Harris trató el tema.

Pero todo parece indicar que la ONU espera consultar con “marcianos” sobre la crisis que socava Haití, y salvando discursos y algunas fotos de la ONU, al parecer, no hay nada concreto sobre el tema haitiano.

Mientras en 2022, 2,183 personas murieron en mano de las pandillas, 1,359 fueron secuestradas y miles de familias tuvieron que dejar sus viviendas. Y este 2023 se ha inaugurado con un auge de asesinatos de policías. Días pasados fue herido en un ataque el presidente del Senado Joseph Limbert. Y el jueves pasado policías atacaron la residencia del primer ministro Ariel Henry.

Y mientras el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski celebra que EEUU y Canadá –junto a una decena de países más- envíen tanques para enfrentar a Rusia, el premier Henry va de cumbre en cumbre clamando por Haití, que sigue en mano de vándalos que se nutren del caos.