Charles Saint-Pierr
PUERTO PRINCIPE. El proceso electoral haitiano, que ha costado US$29 millones, está bastante encaminado pese a la celebración de una primera vuelta que causó un gran trauma a la población.
El presidente René Préval y el Consejo Electoral Provisional debieron aceptar un reconteo de la OEA, luego de las denuncias de fraude que degeneraron en violencia en el país.
Mirlande Manigat, constitucionalista y esposa del ex presidente Lesly Manigat ganó la primera vuelta con un 31%, seguida por Jude Celestin, del partido oficialista UNITE, con 22, y el cantante Joseph Michel Martelly, con 21.
La OEA encontró serías irregularidades en el conteo y determinó que Martelly quedó en segundo lugar.
Préval y el Consejo no tienen otro remedio que convocar a la segunda vuelta con los dos candidatos recomendados por la OEA, pues convocar otras elecciones no tendría ni el apoyo diplomático ni el económico y el gobierno haitiano no está en capacidad de financiar un proceso así.
Manigat cuenta con el apoyo de la mayoría de los intelectuales haitianos, del socialismo francés y de los demócratas de Estados Unidos. Además se dice que con el presidente Hugo Chávez.
Sin embargo, los republicanos de Estados Unidos y los canadienses estarían detrás de la figura de Martelly que se ha convertido en un verdadero fenómeno de popularidad.
Una segunda vuelta entre Manigat y Martelly podría ser difícil para la profesora, pues el cantante es un hombre joven, de 49 años, impuesto a manejar grandes multitudes y lograr el apoyo de la juventud.
Sin embargo, ya Martelly es un enemigo del Gobierno y Préval podría cerrarle el paso.
Mientras, una inclinación de Duvalier en un escenario electoral, puede ser un arma de doble filo, pues este no tiene estructura, ni carisma para convencer a la población joven votante que nació después que él se fue, para que apoye un candidato y podría contaminar la imagen de cualquiera.
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Duvalier, arma de doble filo
Una inclinación de Jean Claude Duvalier en un posible escenario electoral de Haití, puede ser un arma de doble filo, pues el ex dictador no tiene estructura, ni carisma para convencer a la población joven votante que nació después que este dejó el poder, para que apoye un candidato y lo que podría hacer es contaminar la imagen de cualquiera candidato.