Hallan cadáveres de 16 militares en Chile

Hallan cadáveres de 16 militares en Chile

LOS ANGELES, Chile (AP).- Tras recuperarse los cuerpos de 16 soldados muertos en una tormenta de nieve en la cordillera de Los Andes, se reanudó el sábado la búsqueda de otros 29 que siguen desaparecidos, pero virtualmente sin esperanzas de hallarlos con vida.

A media mañana del sábado, fueron traídos hasta esta ciudad 112 sobrevivientes de lo que se considera una de las peores tragedias del ejército chileno en tiempos de paz.

«Ahora, nuestra prioridad será recuperar a los que restan», dijo el sábado el comandante en jefe del ejército, general Juan Emilio Cheyre.

Pero reiteró que la información de que dispone le hace estar convencido de que los desaparecidos están muertos.

Según las cifras oficiales entregadas por el ejército el sábado, había 16 cadáveres recuperados y 29 soldados aún perdidos.

Los esfuerzos por evacuar de la montaña a 112 sobrevivientes dieron resultado al mejorar el tiempo, permitiendo su traslado en helicópteros desde el refugio de Los Barros, a unos 130 kilómetros de Los Angeles, hasta un lugar donde fueron traídos en seis camiones.

Poco antes del mediodía se erigió la capilla ardiente con los cuerpos de los primeros 14 recuperados, hasta donde concurriría más tarde el presidente Ricardo Lagos.

Los 112 soldados, incluso siete mujeres, parecían en buen estado. Llegaron trayendo sus perros, tras permanecer en el refugio desde la tormenta del miércoles.

Fueron recibidos por el jefe militar regional, general Rodolfo González, quien invitó a sus familiares — que al comienzo fueron mantenidos alejados — a compartir un almuerzo con los sobrevivientes.

Los soldados recibieron tres días de licencia para recuperarse.

La llegada de los cadáveres y de los sobrevivientes fue aguardada con impaciencia durante toda la noche por decenas de familiares, que durmieron acostados en las tribunas del gimnasio del regimiento de esta ciudad, a unos 620 kilómetros al sur de Santiago.

En su penosa vigilia fueron auxiliados por voluntarios de la Defensa Civil, que les proporcionaron frazadas, café y sopa para atenuar el intenso frío.

Hubo escenas de honda emotividad.

Debajo de un cartel con la leyenda »’Wuillio’, te amo, estamos contigo», un grupo de familiares aguardaba la entrega del cuerpo de Jonathan Bustos.

«Le gustaba la montaña y quiso hacer el servicio militar, al que se presentó voluntariamente», contó Marcelo Salgado, uno de tres compañeros del colegio que esperaban su funeral.

«Mis hijos pudieron dormir, pero yo no. Estaba muy preocupada. Claro que no pasé frío», contó, cubierta por dos frazadas, Petronila Muñoz, que esperaba la llegada del cadáver de su nieto.

Mientras, aprovechando la mejora del clima, en las primeras horas de la mañana un centenar de efectivos militares y patrullas de especialistas de la policía se lanzaron a la búsqueda de los 29 soldados desparecidos que resta por ubicar.

Algunos de los puntos donde cayeron congelados los reclutas fueron marcados con sistemas de posicionamiento satelital que portaban algunos oficiales sobrevivientes.

Cheyre relevó de sus puestos a los dos máximos jefes del regimiento y al jefe de la compañía extraviada en la montaña.

Además, puso el caso en manos de un fiscal militar para determinar si alguno debe enfrentar cargos por delito, negligencia o incumplimiento de deberes militares.

Los 112 sobrevivientes pudieron reunirse con sus familiares y con la prensa poco después de una hora de su llegada, luego de asearse y ser revisados por médicos.

Varios, llorando, contaron que a pesar de estar en el refugio de Los Barros, se sintieron en peligro de muerte por la nevazón y por las paredes de nieve de casi tres metros de alto que los rodeaban.

Otros, en cambio, dijeron haber estado tranquilos.

«Había que tratar de mantenerse unidos y tratar de salir adelante», dijo Héctor Soto, de 18 años, pero admitió que temió quedar atrapado por la nieve.

«Confiaba en Dios y El nos protegió», comentó un devoto David Figueroa.

«El frío era insoportable», dijo otro joven, mientras un camarada agregó: «Gracias a Dios estamos aquí».

El soldado Jerson Aguirre dijo que sus compañeros caídos tuvieron mala suerte, pero que «no debieron haber salido porque el tiempo estaba malo».

Los rescatados pudieron salvar sus vidas gracias a que cuando arreció la tormenta el miércoles se quedaron en el refugio de Los Barros.

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