Río de Janeiro.- Los presos amotinados desde el domingo en una penitenciaría del estado brasileño de Paraná pusieron fin a la rebelión en la madrugada de hoy, liberaron a los dos rehenes que mantenían y permitieron la entrada de las autoridades, que encontraron el cuerpo de una quinta víctima en la unidad.
La rebelión terminó después de que las autoridades transfirieran a otras cárceles con mejores condiciones a 851 de los 1.040 presos que estaban en esta penitenciaría del sur de Brasil.
El mismo domingo ya habían sido transferidos 143 internos que eran amenazados por los amotinados y, tras el acuerdo alcanzado por estos y el gobierno regional de Paraná, fueron enviados a otras prisiones los 708 reclusos que exigieron su traslado.
Pese a que la Penitenciaría Estatal de Cascavel, con capacidad para 1.116 presos, albergaba menos reclusos, los amotinados se quejaron de las malas condiciones de infraestructura, higiene y alimentación en la unidad, así como de la supuesta violencia de los guardias.
En esta cárcel, escenario de una de las más violentas rebeliones de presos en los últimos años en este estado del sur de Brasil, tan sólo permanecieron 265 presos.
Los amotinados decapitaron a dos de los presos, entre ellos un expolicía, y arrojaron a tres personas desde el tejado de uno de los pabellones, a una altura de 15 metros, dos de las cuales también murieron.
Las autoridades aún no informaron de las causas de la muerte de la quinta víctima ni de las condiciones en que fue encontrado el cuerpo.
La rebelión comenzó hacia las 07.00 hora local (10.00 GMT) del domingo cuando uno de los guardias se disponía a servir el desayuno y fue tomado como rehén.
A pesar de que los presos ya habían amenazado con una protesta contra la violencia de sus carceleros en la prisión, tan sólo había diez guardias a la hora del incidente.
Los amotinados ocuparon el tejado del presidio, a donde llevaron a los rehenes y donde prendieron fuego a varios colchones.
Los amotinados expusieron en el tejado letreros con las siglas PCC, en referencia al Primer Comando de la Capital, la mayor organización criminal del estado de Sao Paulo y que es dirigida desde las prisiones.