El explorador español Miguel Gutiérrez-Garitano cree haber localizado en Pakistán dos ciudades perdidas fundadas por Alejandro Magno– Alejandría Nicaea y Alejandría Bucéfala, donde además ha encontrado el túmulo funerario que podría albergar los restos del legendario caballo del conquistador macedonio. Gutiérrez-Garitano se ha pasado los últimos dos años estudiando la batalla de Hidaspes (siglo IV a. C.) que enfrentó a Alejandro Magno y al rey indio Poros.
A finales de abril viajó durante ocho días al escenario de la contienda con la idea de alumbrar un proyecto formativo sobre esta lucha para la Sociedad Geográfica La Exploradora, entidad vitoriana que él preside.
En una de las zonas objeto de investigación, en la región de Punjab, la disposición de una pared de adobe llamó la atención de este escritor de viajes y licenciado en Historia que, según explica a Efe, recurrió a Google Earth para obtener desde su ordenador una vista aérea de la zona.
Su sorpresa fue mayúscula cuando descubrió que la pared que había despertado su curiosidad formaba parte de un gran círculo de “dimensiones colosales»- un anillo de 130 metros de diámetro con corredor de entrada y paredes de 5 metros de altura de la que sobresalen cerámicas de diversas épocas, piedras de molino y piedras talladas, entre otros objetos.
Por la ubicación del enclave junto al río Jhelum (el antiguo río Hidaspes), Gutiérrez-Garitano cree que este enorme recipiente funerario es parte de Alejandría Bucéfala, la ciudad construida por Alejandro Magno en el lugar en el que murió su caballo y en cuyo centro dispuso la tumba del equino. La ciudad perduró hasta el siglo IV d.C., pero después su pista se perdió.
El hallazgo se produjo cuando la expedición -que completan el fotógrafo Jordi Canal-Soler, la historiadora Silvia Cerretero y el guía Sahid Jamil Rana- recorría el escenario de la batalla en una aldea situada al sur de la ciudad punyabí de Jhelum. Gutiérrez-Garitano no quiere desvelar todavía el lugar exacto para preservarlo de posibles saqueos. “Hemos dado la información al Gobierno pakistaní, para que se encarguen de protegerlo de la manera más eficaz.
Además, estamos consultando el hallazgo con expertos, porque hasta que el lugar sea estudiado por arqueólogos, todo lo que podamos adelantar son hipótesis”, apunta. La posible localización de Alejandría Bucéfala y de la tumba del legendario caballo no ha sido el único hallazgo de la expedición. Así, los topónimos pusieron en alerta a Gutiérrez-Garinano cuando visitaron un lugar llamado Sikander, nombre que los nativos daban a Alejandro Magno.
Decidieron explorar una colina situada en el lugar y en un corte del terreno provocado por las obras para construir una mezquita, descubrieron que todos los estratos estaban llenos de cerámica. Este punto coincide con la llanura donde, según las investigaciones del explorador vasco, se produjo el primer choque entre las tropas de Alejandro y Poros.
Por todo ello, el historiador sostiene que esta colina podría albergar los restos de Alejandría Nicaea, la ciudad fundada por el general macedonio en el lugar de la batalla. Estos descubrimientos han cambiado el sentido de la expedición, concebida en un inicio para dar charlas, escribir un libro sobre la batalla e incluso filmar un documental, y ahora Gutiérrez-Garitano está a expensas de que arqueólogos expertos se pronuncien sobre si efectivamente ha localizado las ciudades perdidas de Alejandría Nicaea y Alejandría Bucéfala y la tumba del famoso equino.
“Podríamos haber resuelto un enigma de 2.500 años. Aunque pienso que el túmulo, se trate o no de la tumba de Bucéfalo, es un yacimiento de extraordinario valor”, remata el historiador y aventurero vasco.