Nos habla de sol, aire, libertad, vacaciones y fresca brisa… por supuesto que es la hamaca, un mueble destinado al ocio, al descanso.
Para muchos es el mueble de los enamorados, por la intimidad que aportan sus redes.
Pero lo que sí es cierto es que ya sea en la playa o la ciudad, es un elemento que no puede faltar en un clima tropical como el nuestro.
Ahora que las temperaturas han subido y que estamos en primavera, ¡dan esas ganas de tomarse una tranquila siesta o leer un buen libro! Y para ello, una pieza que puede perfectamente añadir a la terraza, el jardín o incluso la habitación, es una cómoda hamaca.
La hamaca consiste en una lona o red resistente y alargada que se ata a dos puntos fijos, quedando ésta pendiente en el aire.
Tradicionalmente la usaban los marineros en los barcos, ya que ésta se mueve al ritmo del navío y a pesar de esto la persona acostada no se caía.
Hoy en día su uso se ha generalizado y es muy usada, en especial en jardines y terrazas, pero también ha empezado a entrar en las casas, creando rincones acogedores para leer un libro o relajarse, solo o en compañía.
¿Cómo colgarlas? Por lo general las hamacas suelen fijarse en sus extremos a dos árboles o postes, pero dado que esto a veces resulta imposible, existen estructuras de metal o madera para sostenerlas de forma autónoma y para las que están dentro de las casas o cerca de paredes, se fijan a ganchos o aros de metal.
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Origen
La palabra hamaca proviene del taíno y significa red para pescado. Al parecer, fue el pueblo maya el que confeccionó las primeras hamacas. Ellos utilizaban una fibra que conseguían del tronco del árbol de nombre hamak, de donde se piensa que proviene su nombre. Pero hay varias teorías. Otra de ellas es que la palabra hamaca es de origen haitiano y significa árbol.