Hamlet Hermann – Deseos de Año Nuevo 2004

Hamlet Hermann – Deseos de Año Nuevo 2004

No estoy de acuerdo con quienes van por ahí deseándole feliz año nuevo a todo aquel que se les atraviesa en el camino. Considero que hay que ser muy cuidadoso y hasta tacaño con esos augurios. Quizás alguno de nosotros podría tener el don especial de que sus deseos se hagan realidad y estaría favoreciendo causas malignas. Prefiero pasar por cicatero en estos días antes que ejercer la hipocresía sonriendo y abrazando cuerpos ajenos sin que el corazón vaya en ello.

Prefiero desearle felicidad a aquellos que llegaron al nuevo año sin la resaca de la culpa, limpios de acciones que pudieran haber perjudicado a los demás. Bienestar quisiera que disfrutaran los que han tenido que soportar estoicamente una disminución de la calidad de vida sin tener quien los defienda.

Quiero desearle lo mejor a los excedidos en libras y en colesterol que aún conserven un corazón alegre y bondadoso. Asimismo a los viejos que no andan de ridículos disfrazándose de jóvenes y que, por el contrario, exhiben con dignidad su calva, sus arrugas y sus canas como trofeos de las guerras a favor de la decencia y la honestidad.

Un próspero año les deseo a quienes todavía persiguen utopías y confían en que la injusta sociedad en que vivimos tiene que ser modificada para que se parezca en algo a lo que preconizaba el crucificado aquel de dos mil años atrás. Que en 2004 seamos capaces de vencer el fatalismo de los banqueros y de los políticos de la derecha extrema que quieren hacernos creer que el mundo no puede ser distinto a lo que ellos lo han llevado a ser. Si la vida fuera como ellos dicen, debíamos renegar entonces de cualquier creencia y admitir que estamos siendo gobernados por genios del mal, provenientes del peor de los infiernos.

Espero que les salga todo bien a quienes riegan con sudor las calles y los surcos aunque no ocupen espacio alguno en las revistas de sociedad ni en la memoria de los poderosos que no los toman en cuenta. Ellos que no ocultan afectos sino que los prodigan sin envidias ni rencores merecen mucho más de lo que han logrado.

Bienestar deseo para los que han dejado atrás las cargas de resentimiento y de envidias que opacan el pensamiento y los afectos. Que los meses por venir vayan aclarando las telarañas de su entendimiento, como buenos de la tierra que son, para que en sus opciones la patria sea un valor a tomar en cuenta.

Bien les vaya a aquellos que todavía valoran en gran medida la verdad y son incapaces de mentir para obtener beneficios personales. Que para ellos haya un nuevo año en el que puedan controlar la lengua, no para usarla en insultos y maldiciones, sino para defender acciones honestas en beneficio de todos.

Mis mejores deseos para los que sitúan el bienestar y el desarrollo del pueblo como fundamento de cualquier política y no en “el mercado” que sólo beneficia a los que han saqueado los bolsillos ajenos. No puede olvidarse que el bienestar del pueblo es un asunto del presente, no de un futuro que los políticos siempre nos alejan y que nunca llegamos a disfrutar.

Los mayores éxitos vislumbro para las mentalidades progresistas aún cuando hayan hecho demasiadas concesiones conceptuales. A pesar de que muchos están arrinconados y en desventaja, asimilados al enemigo real, no les vendría mal una amplia dosis de utopía. Aunque parezca paradójico, un poco de visión de futuro promisorio los fortalecería ante quienes consideran al “mercado” como amo del mundo.

Un feliz año auguro para los militares que no hayan perdido de vista los conceptos de patriotismo, soberanía y apoliticidad. Esos de seguro jamás colocarían trapos reeleccionistas en los cañones de los fusiles como tampoco tratarían de imponer un fraude electoral porque la sangre los salpicaría a todos.

Por todo lo anterior es que hay que ser muy cuidadoso cuando deseemos a alguien un feliz año nuevo. Siempre será preferible quedar como tacaño en los augurios que como espléndido en las hipocresías.

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