El Nuevo Herald. Desde su debut en Grandes Ligas, Hanley Ramírez ha sido considerado uno de los jugadores con mayor talento natural del béisbol. Pero aún no ha logrado traspasar esa línea donde un pelotero se convierte en una superestrella de Grandes Ligas.

Es la realidad, y en ella me apoyo.

Ramírez es el tercer bate de los Miami Marlins y su ofensiva se ha visto limitada a un promedio de .160, con un pobre porcentaje de embasamiento de .236 y solo tres carreras impulsadas en los primeros siete juegos del equipo.

Mi análisis sobre Hanley no está basado en estos primeros desafíos del 2012. Mi criterio se fundamenta desde el inicio de su carrera en las Mayores.

Mencionemos primero la parte positiva de Ramírez: es un bateador con un buen promedio ofensivo de .305 en sus primeras seis temporadas en la alineación regular donde ha sobrepasado la marca de los .300 en cuatro de ellas, excepto en el 2006 (.292) y el pasado año donde solo bateó .243.

Ganó una corona de bateo en el 2009 con average de .342 con 106 carreras impulsadas, que le valieron para discutir el premio de Jugador Más Valioso de la Liga Nacional.

Pero desde esa misma temporada 2009 cuando parecía que había llegado su consagración, los números de Hanley han caído estrepitosamente. En el 2010 remolcó 76 carreras y en el 2011 bajó a 45 con average de .243 y solo 10 jonrones.

Si analizamos su rendimiento hasta este momento, podemos decir que Hanley ha sido un buen pelotero, pero aún no puede ser llamado una superestrella de Grandes Ligas. Se considera una legítima superestrella a un jugador que mantiene de manera constante un buen rendimiento, no por hacerlo en dos, tres o cuatro temporadas. Estas últimas figuras le podríamos llamar estrellas fugaces. ¿Podríamos llamarle a Hanley una estrella fugaz?

La respuesta la dará él mismo a partir de esta temporada.

Ramírez cumplirá 29 años en solo varios meses. Es hora de que estabilice su rendimiento desde esta misma campaña donde los Marlins confían en su bate para avanzar a los playoffs.

Siete partidos no aseguran el rendimiento que va a tener Ramírez en la actual temporada.

El dominicano merece la confianza y todos esperan que su bate se alegre en los próximos juegos.

Pero si Hanley no mejora su ofensiva, el mánager de los peces, el venezolano Ozzie Guillén, tendrá que ubicar a otro bateador para ocupar el tercer turno en la alineación de su equipo.

Teniendo a dos hombres que se embasan con frecuencia en los dos primeros turnos de la alineación como lo son José Reyes y Emilio Bonifacio, el antesalista Ramírez necesita producir para llevar carreras hacia el plato que se traduzcan en victorias.

Un tercer bate de un club que aspire a ganar un título tiene que producir. Ramírez no produjo en el 2011, ni lo está haciendo en los siete primeros juegos del 2012.

Esperemos que Hanley Ramírez termine su letargo ofensivo.

Los Marlins a ser pacientes

Ningún pelotero se va a convertir en un antesalista pulido de la noche a la mañana. La mejoría vendrá poco a poco, y la mejor forma de aprender es pasar por experiencias en un juego.

Hanley Ramírez está viviendo eso mismo en la esquina caliente de los Marlins de Miami.

“Como decía en los entrenamientos, no se trata de manejar los rodados, sino (cómo manejarse en) ciertas situaciones”, dijo el coach de la banca del equipo, el boricua Joey Cora, quien dirige a los Marlins ante la ausencia del mánager suspendido, el venezolano Ozzie Guillén. “El Día Inaugural, con hombre en la segunda, no estuvo en posición para el corte”. Él sabía que había fallado.

“Esas situaciones le llegan de manera natural a cualquier tercera base que haya jugado el juego durante mucho tiempo”, continuó Cora. “Habrá situaciones que serán parte de todo un proceso en esta temporada. Surgirán jugadas que serán nuevas para él”.

Ramírez, extorpedero, se trasladó a la tercera con la llegada de su compatriota José Reyes.

Ya Hanley ha sido puesto a la prueba en la joven campaña, con resultados mixtos.