Hasta el arzobispo lo ve.- Es evidente que los “colegas” del Vatican News se pasaron cuando critican, en el artículo titulado “Haití y República Dominicana, dos infiernos para un mismo pueblo”, el tratamiento “inhumano” que aquí se le da a los migrantes haitianos, que asegura son sometidos “a torturas, y hay quienes no sobreviven y sus cuerpos sepultados en el camino sin que se denuncie su muerte”. Una mentira tan y tan grande, independientemente de los prejuicios o la manipulación informativa de la que se alimenta, que hasta Dios, tan ocupado como está en estos convulsos tiempos, debería poder ver así sea por el rabillo del ojo, por lo que lo mas lógico y natural es que también lo vea un arzobispo.
Este miércoles el presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano, monseñor Héctor Rafael Rodríguez, se sumó al rechazo que ha generado en el país la publicación, expresando su sorpresa porque una acusación “tan seria” se haga sin aportar las pruebas correspondientes. Pero cuando uno lee con atención el artículo de marras se da cuenta, sin mucho apuro, que son mas las exageraciones que las mentiras, aunque la motivación para recurrir a unas y otras sea la misma y también las intenciones, que no es muy difícil adivinar: tirarnos ese muerto encima.
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Pero esas exageraciones, aun sean maliciosas, encubren una verdad tan y tan grande que no ha podido negarla monseñor Rodríguez, quien reconoció que “hay maltratos involucrados” en las repatriaciones que ejecutan las autoridades migratorias, describiendo como “difíciles” las condiciones en que los haitianos son trasladados desde Santo Domingo hasta la frontera. Y reiteró que ni él ni la Iglesia están de acuerdo con que se maltrate a un migrante ni a nadie en particular, recordando lo que el gobierno, con un desprecio absoluto de su propia legalidad, se niega a reconocer: que la Ley General de Migración prohíbe, en su reglamento de aplicación, las redadas y persecuciones contra parturientas, niños, refugiados políticos y adultos mayores. (Amén)