Hasta Invidentes Fueron Al Lugar

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Reformistas reparten tradicionales fundas entre los más necesitados
POR ROSA ALCANTARA

Al reparto tradicional de insumos para la cena de Nochebuena del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) acudieron ayer centenares de personas de  barrios pobres de la capital.

Entre quienes buscaban los artículos comestibles para preparar su cena de Nochebuena se encontraban 11 personas no videntes, residentes en Haina.

 Rafael Andújar, uno de ellos, dijo que tuvieron que buscárselas como “toros” y “bravear a empujones” para poder conseguir su fundita así como el marranito, el pavo, y la gallina vivos.

Desde horas tempranas llegaron a la  Máximo Gómez número 25, antigua casa del ex presidente Joaquín Balaguer, viejos, jóvenes y hasta niños para ser los primeros en conseguir su funda navideña.

Fue el caso de Ana  García, una mujer no mayor de 30 años de edad que, dijo, llegó a las 4:00 de la madrugada del domingo desde el empobrecido sector de Pantoja.

Ella estaba contenta porque aunque tuvo que “romper brazos” tenía garantizados los alimentos que dará  a sus hijos esta noche. Estaba buscando quién le regalara unos 50 pesos para pagar el pasaje de retorno a su casa.

 También Irene Porché  que llegó desde Guachupita.

Hablaba con reporteros de HOY desde la cola de un motor, agitada, sudorosa, con los pies descalzos. “Tengo mucha hambre y vine a buscar mi fundita porque la necesito”.

Consiguió cuatro fundas, lo que dijo agradece a Dios. La mujer, de tez morena,  es una asidua buscadora de la  cena de Nochebuena  en la que fue la casa de Balaguer.

   También Altagracia María Pérez tuvo la suerte de conseguir dos funditas. Ella llegó al lugar  la tarde del sábado. Tuvo que ser auxiliada por paramédicos que ofrecían servicios en una ambulancia del PRSC y su candidato Amable Aristy Castro.

 “Yo vine porque hay mucha hambre en el país. Yo vengo todos los años y estoy agradecida porque Joaquín Balaguer me dio mi casa, por eso estaré agradecida de él hasta que me muera”, dijo.

 Venecia Nina, quien reside en Gualey, llevaba sobre su cabeza una caja y en una de sus manos una funda colorá que contenía algo “no sé lo que me echaron pero me lo llevo”.  Se quejó porque no tuvo la suerte, como otros, de alcanzar uno de los marranitos vivos que se repartían.

El PRSC invirtió RD$50 millones en 100 mil fundas.

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