¡Hasta la Lotería!

¡Hasta la Lotería!

Cuando el padre Billini fundó  lo que hoy es la Lotería Nacional imagino que no pensó que ciento veinticinco años después tal negocio quebraría.

No soy un experto jugador ni mucho menos un historiador del juego de azar, tampoco creo que sea necesario ante una realidad que nadie sospechaba que ocurriría.

La Lotería Nacional “la amiga del pobre y del rico” como decía el estribillo, está en situación tan crítica que parece que no será sacada del coma, a menos que se pretenda continuar ordeñando esa vaca que tanta leche ha proporcionado a vividores y mozos de la peor laya, varios de los cuales han sido tan descarados que  se auto adjudicaron durante su administración el jugoso premio mayor, algunos en más de una oportunidad.

Años atrás, la Lotería Nacional contribuyó, por ejemplo, a cambiar el perfil urbano de San Cristóbal cuando el sorteo beneficiaba alguna persona con una de las casas que ahora forman parte de aquella ciudad.

La Lotería Nacional también ha contribuido a beneficiar con sus premios, a padres, hermanos, tíos lejanos, de algunos de sus administradores.

Recuerdo aquella excelente promoción realizada por la empresa al trasladar sus sorteos a distintas provincias.

Entonces el premio mayor se cantaba número a número de los que salían de sendos globos en un procedimiento que se ejecutaba globo a globo, ante la expectación de los participantes.

El locutor contribuía a que se disparara la ansiedad hasta niveles que mejor no intentar explicar.

Personas hubo que fallecieron de lo que se muere todo el mundo: cuando el corazón deja de bombear sangre, no importa lo que dictamine el forense como causa de muerte.

La culminación de la ansiedad se producía casi al final de la expectativa cuando el locutor decía: vueltas al globo, se detiene el globo, cae la bola lo levanta el inspector y luego de segundos gritaba: el 8.

La gente veía sus esperanzas aumentar, o sus sueños desaparecer, mientras le daban vueltas al globo que contenía los bolos que, mezclados al azar, formaban el número ganador de los premios mayores, medianos, intermedios y de consolación.

La Lotería ha sido un negocio tan bueno que con las contribuciones de los vendedores de billetes, de los billeteros, se creó un fondo que sirvió para la construcción de un hospital.

La Lotería no fue creada por un “Blakamán el bueno, vendedor de milagros” que forma parte de la ola de bribones que hemos conocido como manejadores corruptos de fondos públicos.

Lo interesante es que Francisco Javier Billini la creó y la gente de Francisco Javier la quebró.

¡Válgame Dios! después de quebrar la Lotería ¿Qué les falta?

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