¡Hasta siempre  Susana Morillo!

¡Hasta siempre  Susana Morillo!

Hay un verso de una canción  que dice “Cuánto duele decir adiós a quien nunca quise ver partir”, y de seguro  que hoy esta frase no desentona en la mente de quienes conocieron y disfrutaron de la alegre personalidad  de la periodista Susana Morillo, una mujer culta,   de trato delicado, pero sencilla que supo ejercer el periodismo social con altura convirtiéndose en una figura emblemática de la crónica social.

La decana del periodismo, la reina de la crónica social y otros títulos más recibió en su carrera periodística  que emprendió en 1963 en el Listín Diario y que desde el 1982 le dio continuidad en este diario con su columna Visto & Oído.

Fue una mujer polifacética: tocaba piano, cantaba   y buena bailadora, con un gran sentido del humor, solidaria con sus amigos,  y tenía claro lo que era la responsabilidad, pues a pesar de su avanzada edad y algunos padecimientos de salud, no dejaba pasar por alto una invitación a eventos..

Era recibida con reverencia por  gobernantes, diplomáticos,  empresarios y colegas, pues su presencia no pasaba desapercibida en ningún lugar por su forma alegre  que se puede decir fue su insignia.

Su columna era seguida por muchos lectores, que se identificaban con su estilo de escribir pues lo hacía de forma detallada, no olvidaba quién la saludaba en los encuentros sociales, pero mucho menos la decoración, bebidas y comidas que se servían en aquellas actividades, donde su presencia era notoria.

Susy, como le llamaban sus allegados, no sólo utilizó su columna para hablar de actividades sociales, pues allí también hablaba de los gratos momentos vividos al lado de su hijo Héctor Báez y sus nietos.

En cuanto a su vestimenta tuvo un estilo muy propio, utilizaba el vintage y fue una recicladora de la moda pues guardaba sus atuendos y los reusabas.

¿Qué legado le dejó su madre?

“Es  inconmensurable el legado que me dejó mamá en los 94 largos años de vida, 94 ejemplares años de vida que me permitió vivir a su lado; es un legado de trabajo, ella fue una mujer luchadora, una persona que hizo su  labor profesional con los más altos estándares de ética y una honestidad sin parangones en esta época. Tenía un ahínco y una vocación natural  en su profesión de cronista social, algo que ella disfrutaba muchísimo, le pagarán o no”.

Héctor recuerda una ocasión cuando su madre trabajaba en el Listín  Diario y al cumplir los 65 años la retiraron con honores y la despidieron con gratitud, “pero ella se tornó depresiva después de eso porque se había quedado sin su razón de vivir que era escribir sobre eventos y por suerte don Pepín Corripio la mandó a buscar cuando se enteró de su retiro y porque conocía el material que ella tenía   le dio treinta años más de carrera, treinta años más productivos de vida que los  vivió en alegría, haciendo lo que le gustaba”.

¿Qué recuerdo de pequeño tiene usted de su madre?

“Desde pequeño recuerdo que a mi mamá le gustaba viajar mucho al interior como Jarabacoa y,  Guayacanes. Cuando tenía siete años me llevó a Nueva York por primera vez, ella era una viajera incansable, mi madre gozó la vida a plenitud”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas