De los llamados partidos tradicionales, por tiempo o haber gobernado, específicamente el Partido Revolucionario Dominicano, Partido Reformista y Partido de la Liberación Dominicana, que contaron con dirigentes de la talla de Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez y Joaquín Balaguer, que fueron sus líderes indiscutibles y ocuparon posiciones de preeminencia en la sociedad, los tres ya desaparecidos, quedan muy pocos dirigentes que acompañaron a esos personajes durante mucho tiempo y que, a pesar de no militar en sus partidos originales, todavía la gente los recuerda o mantiene como figuras emblemáticas. Uno de ellos es Hatuey Decamps.
Expositor dinámico, polémico y luchador. Llegó a ocupar la Presidencia y la Secretaría General del PRD junto a Peña Gómez. Presidente de la Cámara de Diputados. Defensor enfermizo del principio de la no reelección, al extremo de no entender algunas recomendaciones que en su momento le hicimos algunos amigos cuando se levantó contra el intento de reelección en su propio partido.
Como amigo, al margen del partidismo y conciliador que he tratado de ser, luego de aprobada la reforma y previendo lo que iba a ocurrir, le sugerí a Hatuey que en una comparecencia pública manifestara o reiterara su posición, pero que, a tal efecto, anunciara que tomaría una licencia en la presidencia del PRD hasta que terminara el proceso electoral y evitara un nuevo conflicto. Hatuey, presionado o confundido por la situación, entendió que era un mensaje que le enviaba Hipólito y se disgustó. Pero el tiempo se encargó de aclararlo todo.
Hatuey es hoy candidato a la presidencia por el Partido Revolucionario Social Demócrata. Y aunque se dice que todo el que se postula tiene que estar convencido de que va a ganar, creo que él tiene consciencia de lo que acontece. Pero como jinete que ha sido toda su vida, imagino que no le resulta fácil bajarse del caballo, si aún camina y relincha, y sobre todo, si no le brindaron algún potrero o caballeriza donde acomodarlo.
Hatuey y su partido debieron ser incorporados en la fórmula unitaria donde están muchos de sus antiguos compañeros de lucha oposicionista. Con el gobierno se le hacía difícil por su posición respecto a la reelección. Pero al parecer, donde cohabitan sus ex compañeros, por apresuramiento o desconocimiento, no se percataron de dejar espacios estratégicos necesarios.
Pero así es la política cuando las cosas solo se miden desde el punto de vista de la oportunidad y la conveniencia, dejando de lado lealtades y emblemas. Hatuey y su partido pueden no tener las fuerzas necesarias para ganar elecciones, pero ignorar su valor histórico, o como diría José Ingenieros, la fuerza moral como factor para levantar animosidades y compactar sentimientos unitarios y místicos con su presencia, es desconocer valores que podrían faltar. Como París, Hatuey bien pudo valer una misa.
Sin embargo, luego de las elecciones y dependiendo de sus resultados, él podría convertirse, si no en el último, en un importante eslabón, capaz de enlazar el “perredemeísmo” global, disperso en diferentes canastas. Feliz Pascua de Resurrección.