Hay… y habrá una izquierda mejor

Hay… y habrá una izquierda mejor

– y II-
Cuando leo la tesis de la  inexistencia o de la falsa izquierda -referida al abanico de fuerzas revolucionarias y reformadoras- pienso que no he  existido y que los proyectos revolucionarios donde que he militado recientemente (PCD, Fuerza de la Revolución, Movimiento Caamañista) han sido ficciones incapaces de enfrentar o proponer algo de valor sobre la problemática nacional.

Pienso que quizás no eran reales esas y otras organizaciones de izquierda (PCT-MIUCA-MPD-PTD-PNA…) que tempranamente propusieron y defendieron la Constituyente popular, y combatieron con firmeza a los Sanz Jiminián, Candelier, Guzmán Fermín y otros jefes policiales represivos… y a la organización criminal que copa la Policía Nacional y la DNCD.

 Que Luis Gómez Pérez o no es de izquierda o no participó en primera línea en los esfuerzos realizados sobre el tema constitucional y que la participación de muchas personas de izquierda en la bloqueada propuesta de nueva Constitución (PUCAMAIMA) fue un espejismo.

Que Luis Carvajal y el conjunto de ambientalistas  de izquierda son creaciones fantásticas de algunos enajenados.

Que Lourdes Contreras y las feministas revolucionarias no llegaron a nacer y no aportaron sobre género.

Que Francisco Santos y los nuevos movimientos campesinos son de mentiras.

Que  Ángel Pichardo no ha escrito libro ni ensayo alguno.

Que Justicia Global, La Multitud, la Revuelta, los Autoconvocados de izquierda y los nuevos movimientos culturales urbanos   antisistémicos son “inventos” inexistentes.

Que José Antinoe Fiallo, Lilliam Oviedo, Pedro Conde, Koldo, Dante Ortiz, Fidelio Despradel y César Pérez y otros articulistas de la diversidad de izquierda no han dicho nada que se pueda leer.

Que el Foro Social Alternativo no ha hecho propuesta sobre temas nacionales ni participado en lucha alguna, y que los movimientos radicales de Navarrete, Licey, Bonao, San Francisco, Bayaguana, Azua, Capotillo… son inexistentes.

Que la izquierda no estuvo en la lucha contra “La Cementera”, ni contra la Barrick. Que no hay canta-autores/as,  poetas, narradores/as, teatristas, artistas plásticos, músicos, profesionales, científicos/as, sacerdotes, ni monjas de izquierda.

Que es mentira que el Movimiento Caamañista (MC)  publicó recientemente sus líneas programáticas, contentivas de  una alternativa al modelo neoliberal y al  capitalismo dominicano, con ideas muy innovadoras sobre el socialismo (MC: <redroman.blogspot.com>).

Que al parecer no escribí “Rearmando la Utopía”, “Los Halcones Atacan”, “Para que Abril tenga Futuro”, “En el siglo XXI: ¿Cuál Democracia? ¿Cuál socialismo?”… y otros libros en la última década.

 Ni participé en la redacción de “Las Entrañas de un Poder Gansterizado” y “Confesiones Amordazadas”; obras que versan sobre el poder establecido y la manera de enfrentarlo.

Que nunca he “conceptualizado”  para el programa diario Tiro al Blanco y  otros espacios radiales y televisivos.

Ni publicado durante décadas mi columna en El Nacional y en otros medios del país y del exterior. Que estoy ausente  de las luchas del presente.

Que los  méritos de las izquierdas son solo los remotos, sobretodo porque hay empeño  en borrarlas  del presente y negarle futuro.

Por eso esas críticas obvian que una parte de la izquierda está en proceso de renovación revolucionaria (no reformista), estimulando la creación de una nueva izquierda abanderada de  la nueva democracia y el nuevo socialismo, incluyente de actores emergentes: movimientos juveniles, campesinos, comunitarios,  feministas y del mundo gay.

De “falsa izquierda” habría que calificar a sectores procedentes del campo revolucionario que se ha pasado a las derechas, y  todavía tienen la cachaza de declararse izquierdistas.

El resto es izquierda real, con aciertos y errores, con virtudes y defectos, con sus dogmas y herejías.

Es izquierda porque asume la lucha contra las derechas y el orden dominante, aunque esté inmersa en un tortuoso y lento proceso de reagrupación y recreación.

La izquierda en plural es esa diversidad imposible de meter en un solo saco, con un solo rótulo. 

Evaluarla requiere primero conocerla en todas sus expresiones y no partir de estereotipos y estigmatizaciones.

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