¿Hay, acaso, un loco en la Casa Blanca?

¿Hay, acaso, un loco en la Casa Blanca?

FIDELIO DESPRADEL
«SOS: ¡Hay un loco en la Casa Blanca!». Así titulaba el diario página 12, de Argentina, refiriéndose al discurso de toma de posesión del señor Bush. Mesiánico, Fundamentalista, imperial, pendenciero, fueron otros tantos calificativos de la prensa latinoamericana.

Es imperioso que aquilatemos correctamente el alcance del discurso de Bush y el hecho de que el incumbente de la Casa Blanca alcanzó una significativa votación, a pesar de que los millares de muertos y heridos entre los soldados norteamericanos empiezan a despertar el fantasma de Viet-Nam y de que su gestión en el pasado cuatrienio plantea la amenaza de un desmonte del sistema de la seguridad social y muchas otras políticas regresivas en los Estados Unidos.

Bush no es la cabeza de un grupo fundamentalista. Bush es el instrumento de las grandes multinacionales norteamericanas, dominantes dentro del sistema de multinacionales que hoy dominan el mundo. De manera que detrás de ese supuesto loco está el sector dominante entre los actuales dueños del mundo:

¡No nos equivoquemos en este aspecto fundamental, porque entonces nuestro análisis se desvía de la raíz!

Y dentro de esta óptica, lo central son los siguientes fenómenos fundamentales:

Primero: La economía norteamericana, dominante en el mundo, tan sólo ha superado momentáneamente la gran crisis que la estremeció a partir del 2001. En la actualidad, esa economía se enfrenta a problemas de muy difícil solución: bajaron los intereses bancarios casi a «cero», así como los impuestos, para estimular la inversión y el gasto, pero dichas medidas han provocado una «burbuja inmobiliaria», que en caso de que los intereses sigan su tendencia al «alza» (como pasa actualmente), sencillamente abriría una seria amenaza para todo el sistema bancario norteamericano. Pero resulta que la inflación empieza a amenazar la economía de los Estados Unidos, y esta situación, sumada al hecho de que ellos financian su inmenso déficit de balanza de pagos con la entrada de unos dos o tres mil millones de dólares diarios, venidos, principalmente, de los sistemas bancarios, de la seguridad social y del ahorro del resto del mundo, no pueden mantener los intereses bajos porque podrían generar una catástrofe.

Segundo: Cercar a China y a Rusia, y en menor grado, a la India y a otras potencias emergentes de Asia, con una muralla de hierro militar, es otro de los objetivos estratégicos de las multinacionales norteamericanas. Y ello, junto a la política de «persuadir» a Europa y a Japón de que no contravengan la visión de la política y de la economía de los poderes de los Estados Unidos, en base a dominar las «llaves del petróleo», los obliga a mantener la aventura en Irak y Afganistán, y a apuntar sus misiles y su estrategia belicista hacía Irán, Siria y otras naciones del cercano y lejano oriente. Pero las consecuencias de la aventura irakí amenazan con quebrar la unidad interna del pueblo norteamericano, complicando el ya ominoso cuadro de su economía.

Y la imbricación de estos dos elementos, conduce al tercer factor: La necesidad de impulsar el fascismo (a la manera de los Estados Unidos) al interior de la sociedad norteamericana. O sea, el fundamentalismo y el racismo expresan la necesidad, por parte de los sectores dominantes, de vulnerar los derechos fundamentales y las libertades individuales de los ciudadanos y de las minorías en los Estados Unidos. ¡Los sectores dominantes necesitan un mayor control de la población y ninguno de los dos partidos del capital (republicano y demócrata) cuestiona, en lo esencial, esas medidas de control y represión contra la población de ese gran país¡

Es claro entonces que la imposición electoral del supuesto «loco» no es mas que la expresión del nivel de crisis que vive hoy la economía y la sociedad norteamericana y de las políticas que los sectores dominantes necesitan imponer, y que nada bueno pueden esperar los pueblos del mundo, en especial los que habitamos en el continente americano, de este hecho tan singular.

«!Al que tenga miedo que se busque un perro Prieto¡»: Este artificio lingüístico lo que quiere dejar dicho es que los tiempos nuevos son tiempos para la verdadera militancia, para la búsqueda de caminos e instrumentos para la unidad y la lucha y para la construcción de Alternativas, al desastre que nos imponen los Estados Unidos y los sectores hegemónicos de las clases dominantes de cada uno de nuestros países.

Desde el centro hegemónico de poder mundial, nos viene una clara señal: ¡Se precipitan los tiempos de tormentas¡ ¿Cómo podemos justificar la involución de nuestras anteriores militancias? ¡Se necesita de la diversidad¡ ¡La diversidad es revolucionaria¡ Pero se necesita también, y en forma perentoria, de la consecuencia en la militancia. Y se necesita, como parte de nuestra adscripción a la diversidad, de la consecuencia en la etica, en el ideal y en la actitud de «hacer coincidir nuestras palabras con nuestra acción», como pregonaba el gigante de Manolo Tavárez.

¡El señor Bush habló¡ ¿Y nosotros y nosotras?

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