JOSE LOIS MALKUN
Las encuestas acertaron casi todas respecto al triunfo del PLD en primera vuelta. No tanto con el PRD, a quien siempre subestimaron. El Presidente Fernández ganó todas las apuestas y está gozando su triunfo, sin saber lo que le espera. Apostó a la indiferencia de los dominicanos sobre el tema de la corrupción o de la Sun Land y no se equivocó.
Apostó al poder electoral de la capital, concentrando la mitad de los fondos públicos que van a los ayuntamientos y ésta lo respaldó masivamente. Apostó al Metro y le sacó grandes beneficios políticos, aunque muchos opinaban que sería su sepultura. Apostó a las nominillas, a los subsidios indiscriminados y a la malversación de los fondos públicos y la gente lo disfrutó sin preocupación. Apostó a los desequilibrios económicos al no firmar con el FMI y eso no le hizo ni mella.
Además, creó ante la indiferencia ciudadana, una maquinaria propagandística que controlaba casi todos los medios de comunicación y que se pagaba con fondos públicos. Y edificó, sin mayores contratiempos, una red de electores de 1.2 millones de personas (2 millones de votos) que están recibiendo directamente del Estado Dominicano sueldos, tarjetas, subsidios o algún tipo de ayuda solidaria a cambio de favores políticos. Y con todo y eso, los poderes fácticos lo apoyaron.
La pregunta es ¿puede un Gobierno reelecto en tales condiciones declararse ganador de algo, aspirar a la unidad nacional o exigir legalidad? Eso es imposible.
Por su parte, Miguel Vargas Maldonado debe sentirse contento, aunque no goce del triunfo. Logró unificar al PRD, algo que muy pocos creían posible. Integró en su campaña a toda la alta dirigencia del Partido, venciendo dudas y resquemores. Logró despertar a unas bases adormecidas y captar nuevos adeptos. Alcanzó cerca de un 41% de los votos, luchando desde la oposición y superando en casi 8% lo registrado por el PRD en el 2004. Y mostró un perfil no conocido, donde hizo gala de un amplio dominio de los temas críticos nacionales y de su extraordinaria capacidad política y gerencial para dirigir los destinos de la nación. Solo le faltó una cosa: Dinero. Y en eso estaba fuera de competencia.
El gran perdedor fue Amable Aristy Castro. El Gobierno se fijó como meta destruir al PRSC y lo logró. Compraron a más de la mitad de su dirigencia usando fondos del Estado. Compraron miles de votos reformistas para reducir su porcentaje en las urnas ayudando al PLD a superar el 50%.
El propio Aristy Castro se equivocó en su estrategia política creyendo que podía competir con el Gobierno repartiendo dinero y comida (algo que entendió el PRD desde muy temprano).
Y no ofreció nada nuevo en sus presentaciones públicas, donde mostró mucha debilidad conceptual en torno a los grandes problemas nacionales.
Los demás, hicieron su papel aunque perdieron más de lo que ganaron, reconociendo que los enfoques y propuestas de Guillermo Moreno estuvieron a la altura de los dos principales candidatos.