Hay (había) muchas razones
para decir «no al TLC»

Hay (había) muchas razones<BR>para decir «no al TLC»

AMPARO CHANTADA
Un balance preliminar de Andrés Serbin para recordar el origen:

«El lanzamiento de la iniciativa de creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) durante la primera Cumbre de las Américas realizada en Miami en diciembre de 1994, despertó, entre los gobiernos de la región, una gran expectativa. De hecho, la idea del ALCA opacó hasta cierto punto, en la agenda de la Cumbre de Miami, otros temas de relevancia hemisférica como la consolidación de la democracia a nivel regional. En aquella coyuntura regional y global, los Estados Unidos se hallaban empeñados en la construcción de un Área de Libre Comercio hemisférica que le permitiría acceder libremente a un mercado de 800 millones de personas. A su vez, para los países de América Latina, el ALCA podría implicar el libre acceso de una serie de productos latinoamericanos al mercado estadounidense, dando un mayor impulso a sus economías. En este marco, el lanzamiento del ALCA se producía en una atmósfera regional propicia a la liberalización comercial, precedida por la aprobación del Trade Act en EEUU, la firma de un acuerdo entre este país y Canadá y la creación del Área de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre estos dos países y México».

Nunca como hoy el comercio fue signo de una doctrina económica, la neoliberal, que centra en la esfera del mercado la solución de los problemas sociales, al grado que teólogos como Franz Hinkelamert y otros señalan que se ha construido una idolatría alrededor del mercado, un nuevo Dios que para resolverlo todo en el marco de la competencia, demanda sacrificios humanos continuos y crecientes. El mercado, entonces, ha sido una necesidad económica para la realización de las mercancías y la producción, pero sobre-dimensionado se convierte en un instrumento ideológico que subestima y hasta suprime otras áreas, intereses y necesidades humanas. ¿Y el medio ambiente?

El peso de las transnacionales en las decisiones de los Estados de los países desarrollados es tal, que cada vez más se burlan los acuerdos internacionales en materia de comercio y medio ambiente. El Comité de Comercio y Medio Ambiente de la OMC señala que su labor está ceñida a que «la competencia de la OMC en materia de coordinación de políticas, se limita a los aspectos de las políticas ambientales relacionados con el comercio que puedan tener efectos comerciales significativos para sus miembros». Se afirma que las reglas más generales sobre comercio internacional y medio ambiente se encuentran en los instrumentos jurídicos no vinculantes, en especial en la Declaración de Río y en la Agenda 21, adoptadas en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de 1992.

Con todo esto, los riesgos al ambiente se han ido presentando como realidad en casos de juzgamiento a disposiciones de los Estados que se consideran como barreras al libre comercio.

En 1991, la Unión Europea prohibió por razones de salud pública el ingreso de carne vacuna tratada con hormonas y transgénicos, bajo el argumento de que la simple sospecha de existencia de un peligro para la salud NO justifica detener los flujos comerciales y que las transnacionales en ningún caso tienen que comprobar el carácter inofensivo de sus productos. La OMC estimó que se trataba de un boicot de la UE a la importación de carne de res de Estados Unidos y autorizó una sanción aduanera contra la UE por $116.8 millones.

Jerry Mander de la ONG estadounidense Ecocéanos, alerta que «la OMC ya tiene el impresionante récord de haber desafiado leyes y normas creadas democráticamente. Ha sido especialmente potente en el reino del medio ambiente. La primerísima legislación de la OMC se dirigió contra el Acta de Aire Puro de Estados Unidos, que establecía normas contra la contaminación por gasolina. Se encontró que el Acta no cumplía con las reglas de comercio de OMC, y tuvo que suavizarse. Se decidió que la muy popular Acta de Protección a los Mamíferos Marinos no cumplía con la reglamentación del GATT…y se juzgó que era ilegal la protección de tortugas marinas, bajo el Acta de las Especies en Peligro. Podemos esperar desafíos similares contra las leyes estatales o estadounidenses sobre control de pesticidas, las normas del café, la veda de exportación de troncos en bruto, el etiquetado ecológico de productos, varios esquemas de «certificación, etcétera…». A la fecha, se estima que la administración Bush ha reducido o eliminado alrededor de 200 normas ambientales, en muchos casos para favorecer el libre comercio.

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