Hay libros y discursos que…

Hay libros y discursos que…

Hay libros y discursos que enseñan a leer la vida, las personas, a mí mismo y a Dios.

Y hay libros y discursos que enseñan a ser cínicos bien hablados, a saber el precio de todo y a no reconocer el valor de nada. Que enseñan a manipular la vida y las personas.

Hay libros y discursos que enseñan a descubrir, paladear y apreciar la vida y la solidaridad y a construir desde ellas.

Y hay libros y discursos que prometen cuando no cumplieron, y cuando saben que no pueden, ni quieren cumplir.

Hay libros y discursos que parecen “páginas amarillas”, hechos a base de coser deseos, proyectos y recomendaciones de distintas fuentes y procedencias.

Y hay libros y discursos construidos desde la realidad, que tienen comprobantes y no se basan en borrón y las mismas promesas.

Hay libros y discursos que huelen a clientelismo y demagogia.

Y hay libros y discursos que invitan a ser participantes inteligentes, responsables y solidarios.

Hay libros y discursos que seducen el corazón y nublan el cerebro.

Y hay libros que calientan el corazón e iluminan la cabeza.

Hay libros y discursos para analfabetos y desmemoriados funcionales.

Y hay discursos que respetan y promueven a los que se quiere como aliados.

Hay libros y discursos que enseñan que si hace planes para un año, siembra arroz. Si los haces para dos lustros, planta árboles. Y si los haces para toda la vida, educa una persona.

Y hay libros y discursos clientelistas que son como el agua salada. Bebes, aumenta tu sed y no la calman.

Hay libros y discursos que dicen que al hacer un discurso te pongas frente a lo que aún has de andar, y que lo hagas con realismo.

Y hay libros y discursos que imitan al Presidente Grau, quien haciendo el canto a la bandera cubana, dijo “y el azul de nuestra bandera, que si fuera verde, sería esperanza…”.

Hay libros y discursos que invitan a buscar el Bien Común, sin ponerse por encima.

Y hay discursos y conductas que enseñan: “actúa como si fueras el ombligo del mundo, no le rindas cuentas a nadie, y tendrás a los demás como clientes domesticados bajo tus pies”.

Hay libros y discursos que enseñan que lo que mata la buena semilla no son las hierbas malas, sino la negligencia del campesino.

Y hay discursos y prácticas “cívicas” que enseñan si hay narcotraficantes y corruptos que dan coimada, por qué no protegerlos y cultivarlos, para algo eres el jefe.

Hay libros y discursos que en la educación priorizan la instrucción, dar conocimientos.

Y hay libros y discursos que dan más importancia a los valores como la honestidad, la limpieza y la responsabilidad que forjan empresarios de éxito y ciudadanos solidarios.

Hay discursos y prácticas que promueven actitudes emprendedoras, fomentando y respaldando la superación personal de los retos de cada día, evitando pasar los problemas a otros. Y hay discursos, padres, maestros, “líderes” y gobernantes que crean fracasados todos los días inculcan, de palabra y con hechos, si “tú no puedes, sin mi tú nunca podrás nada”. Niegan apoyo y ponen cortapisas arbitrarias generadoras de dependencia eterna. Educan en la mera supervivencia y besar la mano del padrino.

Hay libros y discursos empresariales en los que la diferencia entre el sueldo del obrero más bajo y el Presidente de la compañía, es diez veces.

Y hay libros y discursos que enseñan que se hace rico quien puede fijarse el sueldo, poner el precio y sangrar a los otros, sea en el sector privado o en el público.

Hay discursos y cultura que promueven actitudes y conductas que favorecen la convivencia, la ayuda mutua y el trabajo en equipo. Que promueven la honestidad y la responsabilidad como principios básicos. El respeto a los derechos de los demás y a las leyes que coordinan el bien común. El amor al trabajo, el deseo de superación, la calidad de las personas, las mercancías, bienes y servicios.

Y hay discursos y ejecutorias que privilegian a los cómplices y mafiosos, a los que amarran la chiva para el jefe y su grupo. Donde el jefe y su camarilla son la fuente de los derechos y de lo justo, aunque sea por turnos electorales.

Y hay discursos y ejecutorias que calientan el corazón, iluminan la cabeza y ayudan a construir una Dominicana donde quepamos todos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas