Hay libros y discursos que enseñan a leer la vida, las personas, a mí mismo y a Dios.
Y hay libros y discursos que enseñan a ser cínicos bien hablados, a saber el precio de todo y a no reconocer el valor de nada. Que enseñan a manipular la vida y las personas.
Hay libros y discursos que enseñan a descubrir, paladear y apreciar la vida y la solidaridad y a construir desde ellas.
Y hay libros y discursos que prometen cuando no cumplieron, y cuando saben que no pueden, ni quieren cumplir.
Hay libros y discursos que parecen páginas amarillas, hechos a base de coser deseos, proyectos y recomendaciones de distintas fuentes y procedencias.
Y hay libros y discursos construidos desde la realidad, que tienen comprobantes y no se basan en borrón y las mismas promesas.
Hay libros y discursos que huelen a clientelismo y demagogia.
Y hay libros y discursos que invitan a ser participantes inteligentes, responsables y solidarios.
Hay libros y discursos que seducen el corazón y nublan el cerebro.
Y hay libros que calientan el corazón e iluminan la cabeza.
Hay libros y discursos para analfabetos y desmemoriados funcionales.
Y hay discursos que respetan y promueven a los que se quiere como aliados.
Hay libros y discursos que enseñan que si hace planes para un año, siembra arroz. Si los haces para dos lustros, planta árboles. Y si los haces para toda la vida, educa una persona.
Y hay libros y discursos clientelistas que son como el agua salada. Bebes, aumenta tu sed y no la calman.
Hay libros y discursos que dicen que al hacer un discurso te pongas frente a lo que aún has de andar, y que lo hagas con realismo.
Y hay libros y discursos que imitan al Presidente Grau, quien haciendo el canto a la bandera cubana, dijo y el azul de nuestra bandera, que si fuera verde, sería esperanza .
Hay libros y discursos que invitan a buscar el Bien Común, sin ponerse por encima.
Y hay discursos y conductas que enseñan: actúa como si fueras el ombligo del mundo, no le rindas cuentas a nadie, y tendrás a los demás como clientes domesticados bajo tus pies.
Hay libros y discursos que enseñan que lo que mata la buena semilla no son las hierbas malas, sino la negligencia del campesino.
Y hay discursos y prácticas cívicas que enseñan si hay narcotraficantes y corruptos que dan coimada, por qué no protegerlos y cultivarlos, para algo eres el jefe.
Hay libros y discursos que en la educación priorizan la instrucción, dar conocimientos.
Y hay libros y discursos que dan más importancia a los valores como la honestidad, la limpieza y la responsabilidad que forjan empresarios de éxito y ciudadanos solidarios.
Hay discursos y prácticas que promueven actitudes emprendedoras, fomentando y respaldando la superación personal de los retos de cada día, evitando pasar los problemas a otros. Y hay discursos, padres, maestros, líderes y gobernantes que crean fracasados todos los días inculcan, de palabra y con hechos, si tú no puedes, sin mi tú nunca podrás nada. Niegan apoyo y ponen cortapisas arbitrarias generadoras de dependencia eterna. Educan en la mera supervivencia y besar la mano del padrino.
Hay libros y discursos empresariales en los que la diferencia entre el sueldo del obrero más bajo y el Presidente de la compañía, es diez veces.
Y hay libros y discursos que enseñan que se hace rico quien puede fijarse el sueldo, poner el precio y sangrar a los otros, sea en el sector privado o en el público.
Hay discursos y cultura que promueven actitudes y conductas que favorecen la convivencia, la ayuda mutua y el trabajo en equipo. Que promueven la honestidad y la responsabilidad como principios básicos. El respeto a los derechos de los demás y a las leyes que coordinan el bien común. El amor al trabajo, el deseo de superación, la calidad de las personas, las mercancías, bienes y servicios.
Y hay discursos y ejecutorias que privilegian a los cómplices y mafiosos, a los que amarran la chiva para el jefe y su grupo. Donde el jefe y su camarilla son la fuente de los derechos y de lo justo, aunque sea por turnos electorales.
Y hay discursos y ejecutorias que calientan el corazón, iluminan la cabeza y ayudan a construir una Dominicana donde quepamos todos.