De acuerdo con declaraciones “oficiosas” de algunos entendidos, no se avizora crisis o recesión económica en el horizonte global. Representantes de la Administración estadounidense de seguro están tranquilos y pensando que pronto habrán de tener mucho que celebrar porque de acuerdo con lo que piensa el presidente, o lo que le han dicho sus asesores, una guerra comercial “es buena” y “fácil de ganar”.
En efecto, puede ser así en el imaginario washingtoniano pero otra cosa muy distinta es la realidad. Incluso, desde otras fuentes muy conocedoras del tema y supuestamente neutras, que deben basarse en el análisis técnico, por un lado dicen que el panorama no es alarmante – hay que evitar una terrible incertidumbre viral – pero, por otro, lanzan severas advertencias.
En lo que va de junio las alarmas fosforescentes han surgido desde diferentes fuentes. El FMI, sin paños tibios, ha acusado a la administración Trump de estar “socavando” el sistema de comercio internacional y lo exhorta a trabajar “de manera constructiva” con sus socios para evitar afectar el crecimiento global y para ello urge resolver urgentemente el diferendo con China. Este organismo precisa que las medidas arancelarias “son ineficaces para contener los déficits” y afectarán la propia economía de EEUU. El FMI señala como más peligroso que la incertidumbre comercial al deterioro de las finanzas públicas norteamericanas las cuales considera se encuentra en una tendencia “insostenible” dada la expansión fiscal a que ha tenido que apelar para respaldar la economía, pero recuerda que ello tiene alto costo. El déficit crecerá este año 4.2% del PIB y la deuda federal se elevará al 80% del PIB en 2020. A su vez, para el Banco Mundial, las tensiones comerciales, las preocupaciones en los mercados financieros y una marcada desaceleración justifican un ajuste a la baja en las previsiones de crecimiento para 2019. La expansión la prevé ahora a solo 2.6%, 0.3% menos de lo pensado en enero, pero la economía está en situación muy vulnerable y el crecimiento podría ser todavía un punto porcentual menos. Todos coinciden en que los estremecimientos posibles en las dos economías más grandes del mundo tendrían efecto a nivel global. Del crecimiento inicialmente pronosticado de 2.1% para Latinoamérica puede llegar solo a 1.7% y las monedas de la región se deteriorarán. Además, las inversiones se contraerán y ante las presiones financieras – cambiarias los inversores tenderán a sacar dinero de las áreas “emergentes”. Para el comisariado europeo de asuntos económicos la política proteccionista provocará que tanto EEUU como China pierdan de 5 a 6 puntos decimales del crecimiento.
Lagarde, del FMI, ha confesado su “frustración” y “ansiedad” por la situación de fragilidad de la economía global y el economista AyhanKose del Banco Mundial coincide en considerarse “ansioso”. No “hay problema a la vista”, dicen, pero la Reserva Federal estadounidense anunció que se prepara a reducir las tasas de interés, política en la que coincide el Banco Central Europeo y la reducción de tasas en un instrumento para enfrentar tendencias recesivas. Estemos alertas.