Hay que atenuar tanta pobreza

Hay que atenuar tanta pobreza

Un simple vistazo a las cifras que acompañan el Mapa de Pobreza de nuestro país permite captar la pésima distribución que se hace de las bonanzas consecutivas que experimenta la economía. Esa distribución coloca a unos dominicanos en el extremo de las carencias materiales y de servicios básicos, mientras provee a otros del lujo de modernas edificaciones y avenidas; transportación moderna y acceso al agua, la salud, la educación y otros servicios esenciales. La distribución disímil de la economía es nuestro más grave pecado social, en perjuicio de dominicanos a los que proclamamos como asistidos de igualdad de derecho al progreso.

En las provincias que componen la Región Enriquillo -Independencia, Barahona, Pedernales y Bahoruco- están enquistados los extremos más deprimentes de pobreza y desigualdad, según el Mapa de Pobreza de la República Dominicana, divulgado por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo. Se necesita una vigorosa ofensiva de inversión en servicios básicos, medios de producción, infraestructura para fomentar el desarrollo para mejorar la calidad de vida de esta gente y de la que habita en toda la franja fronteriza. El Estado tiene que compensar a esta gente que ha vivido sumida en el abandono y que no conoce el progreso conque se privilegia a otras regiones. Un Estado no puede mantener niveles tan escandalosos de desigualdad.

NO ABSOLUTO AL CONTRABANDO

El consumidor dominicano tiene que tomar conciencia de que cada vez que adquiere un artículo de contrabando, está atentando contra alguna fuente de trabajo, lo que equivale a poner en riesgo el sustento de cualquier familia. Actualmente, el contrabando se ha convertido en una de las lacras más perjudiciales para la economía en general, para los ingresos fiscales con los que se financian los servicios y se construyen las obras.

Pro Consumidor ha concebido una iniciativa para educar a la gente sobre los daños del contrabando y la manera en que parece ser ventajoso por el precio bajo puede resultar altamente costoso. La mejor manera de defender nuestras fuentes de trabajo y proteger la economía en general es rechazar todo lo que tenga procedencia que atente contra nuestros propios intereses.

 

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