Hay que ayudar a la Policía

Hay que ayudar a la Policía

FRANCISCO ALVAREZ CASTELLANOS
Señores, ¡hay que ayudar a la Policía Nacional! Si queremos frenar de plano la criminalidad, sin llegar a sangrientos extremos, ¡hay que ayudar a la Policía Nacional!

La P.N. acaba de perder a uno de los mejores que ha tenido en toda su historial, el general Bernardo Santana Páez. Y lo sustituye el también general Rafael Guillermo Guzmán, hijo de otro magnífico ex jefe policial.

Puede que lo que lo vaya a proponer levante «ronchas», pero lean, piensen, apliquen la lógica y luego digan lo que quieran.

Ningún jefe de la PN podrá hacer un trabajo medianamente bien hecho con el salario que ganan agentes rasos, clases y hasta oficiales. Los rasos, con unos cuatro mil pesos mensuales, no pueden mantenerse ni a sí mismos, y mucho menos si tienen familia (mujer e hijos) bajo su dependencia. Entonces, ¿qué hacen para poder subsistir? «Cobrar peajes», dejar pasar contravenciones por algunos pesos y otras cosas por el estilo. Pero eso también lo hacen otros que no son precisamente rasos.

Ahora, el gobierno no puede aumentar el sueldo, en la cantidad necesaria, por lo que tiene que buscar la forma de hacerlo.

Y yo creo tener la forma.

Veamos. Nuestro país no ha sido agredido bélicamente en más de 160 años. Por tanto, no somos un país guerrerista que jamás ha agredido a ninguna otra nación. Entonces, eliminemos varias brigadas del Ejército Nacional añadiendo sus recursos económicos a la Policía Nacional.

Y esto no quiere decir que eliminemos el EN. ¡Jamás! Enviémos cuatro brigadas a la frontera con bases en Pedernales, Elías Piña, Jimaní y Dajabón, con puestos en distintos puntos importantes.

La PN recibirá tremendo impulso económico y sus miembros podrán vivir mejor, junto a sus familias. Y lo mismo podría hacerse con la Marina de Guerra (¿De guerra?). Con una docena de guardacostas que patrullen constantemente nuestras aguas estaríamos suficientemente resguardados… siempre y cuando demos a sus tripulaciones la libertad natural para impedir, en la forma que sea, el tráfico de drogas, de armas y de personas.

Mi propuesta está hecha. Que la piensen y calculen los que pueden hacerlo una realidad. A fin de cuentas, de ellos será la responsabilidad final.

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