Hay que desentrañar lo que pasa en la economía

<P>Hay que desentrañar lo que pasa en la economía</P>

La económica dominicana ha logrado la estabilidad en el tipo de cambio gracias al fuerte endeudamiento externo, a los depósitos en dólares de los bancos comerciales en el Banco Central y al endeudamiento del propio con la emisión de certificados. Obviamente, hablamos de una estabilidad cambiaria que cuesta una fortuna, con un peso sobrevaluado que ha enterrado las posibilidades del país para ser competitivo en los mercados internacionales.

Aquí hay leche importada que se está vendiendo en los supermercados a menor precio que las envasadas localmente. Como hay jamones y quesos que vienen de Europa que se venden casi al mismo precio que los locales, y a veces por debajo. La lista de bienes es interminable y solo basta visitar un supermercado y comparar precios. 

A ese ritmo, serán pocas las industrias o agroindustrias locales que podrán sobrevivir a esta avalancha de bienes importados a precios inferiores, similares o ligeramente por encima de los que se producen localmente, con el agravante de que la calidad de esos bienes del exterior es superior a la nuestra.

Lo más extraño del caso es que esas importaciones no solo proceden de países con los que tenemos acuerdos comerciales (libre arancel), sino también con terceros países, como Colombia, Chile, Brasil y varios de Asia.

El problema cambiario no está divorciado de otras variables macroeconómicas que andan por su cuenta.  Por ejemplo, los déficit externos son alarmantes y en el caso del déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, su nivel ronda el 7% del PIB y podría terminar el año en alrededor del 9%, como es costumbre. ¿Hasta dónde eso es sostenible?

Con respecto al déficit fiscal, los cuatro años pasados (2008-2011) acumulan un total de RD$220,000 millones y este año terminará por los RD$140,000 millones. Sobre la deuda pública total, al final del 2012 superará el 50% del PIB, nivel muy peligroso para una economía pobre como la dominicana.

Obviamente para muchos funcionarios de la pasada gestión la deuda del Banco Central y del Reservas no se contabiliza y la de Venezuela piensan que jamás se pagará, por lo que asumen que el país puede seguir endeudándose.

Pero donde existe el mayor problema no es precisamente en el desbarajuste macro-económico descrito sino que las cuentas del gobierno no cuadran. Si el Banco Central, como alega en su declaración, no ha emitido inorgánicos desde la crisis bancaria del 2003, que fue amamantada durante 12 largos años (algo que nunca debe olvidarse), entonces nos preguntamos ¿Cómo las autoridades explican el financiamiento público actual si usamos los datos del Departamento de Crédito Público del Ministerio de Hacienda? Simplemente las cifras no cuadran, porque una parte de ese financiamiento nadie sabe de dónde proviene.

Lo que el país necesita es que le aclaren las cuentas y le digan la verdad, porque si lo van a sacrificar en la hoguera con un nuevo paquetazo fiscal y un ajuste inminente en la tarifa eléctrica, es justo saber las razones de esa ejecución sumaria.

Es así de simple. No hay que tergiversar los hechos pasados y mucho menos lavarse las manos y proferir amenazar por lo que puedan deducir algunos economistas. Simplemente se trata de poner las cartas sobre la mesa ya que los desequilibrios arropan literalmente a todos los agregados macro-económicos. 

Además, los técnicos del FMI conocerán esa verdad muy pronto y el apoyo ciudadano que necesitaran las autoridades en las negociaciones que se iniciaron esta semana, exige como mínimo desentrañar lo que pasa en la economía, aunque avergüence al “príncipe del simulacro”.

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