Hay que estar preparados

Hay que estar preparados

Hubiera preferido no volver a involucrarme en política. Lo hago forzado por la calamidad de un gobierno que empezó bien intencionado pero que se descarrió, secuestrado por el PPH, donde se dan cita todos los vicios del PRD y ninguna de sus virtudes. El gobierno del señor Hipólito Mejía nos empobrece, ridiculiza y avergüenza porque es malo, corrupto, incompetente e irrespetuoso. Su negativa a concertar es la consagración de la insensatez. Nuestras palabras y discurso; nuestro rechazo y desprecio no lo conmueven, antes bien, son negados con la terquedad. Es como si aquí hubieran dos países, uno como lo ve la inmensa mayoría del pueblo y otro como lo ve Hipólito Mejía. Estamos en la boca de un callejón sin salida donde él es un obstáculo y no el interlocutor.

El señor Hipólito Mejía cree que puede imponer el designio continuista contra la voluntad popular. Sabe que no puede ganar unas elecciones, pero cuanta con el soborno, la intimidación y el atropello. Está confundido y extraviado por la complicidad de algunas autoridades e instituciones cuya anuencia ha comprado con nuestro dinero y en la insanía de sus propósitos cree que se mantendrá en el poder. Cuenta con que el país se quejará, protestará y lamentará el fraude electoral que gestiona sin pudor pero que en última instancia, ese mismo país y sus dirigentes no se atreverán a llevar el repudio a su desgobierno hasta sus últimas consecuencias. Me cuesta admitir que -al menos al principio- existe esa posibilidad.

Cuando la vocación de fraude está establecida por una trayectoria de ilegalidades y abusos de poder como es el caso ahora hay que pasar de la palabra a los hechos. Ganará esa lucha quien esté real y verdaderamente resuelto a hacer valer sus derechos tanto si se trata del montaje del proceso electoral como de la pulcritud de sus resultados. El PPH, en cambio, trata de arrinconar a los partidos de oposición como hizo con los otros candidatos en el proceso convencional dentro del PRD o en su defecto cree que podrá repetir impunemente el fraude de las elecciones congresionales y municipales del 2002 porque entonces el partido afectado no llevó la defensa de sus derechos legítimas hasta las calles.

Para el señor Mejía a la corto o a la larga es el poder o la justicia. El ha elegido el poder y por eso tendremos que someterlo a la legalidad o forzarlo a renunciar por una convergencia aplastante e inequívoca de fuerzas sociales, económicas y políticas como las que han protagonizado los últimos paros nacionales de repudio. Esta fuerza ya está en marcha, el país la presiente pero aún prefiere acogerse a la consumación del proceso electoral. Por tanto, habrá que prevenir el fraude, ganar elecciones y defender a dentelladas sus resultados. Es la misma lucha de años atrás en la cual el PRD como víctima del abuso de otros, se ganó el respeto y las credenciales que hoy el PPH usurpa, de las cuales abusa. Como todo lo que toca, el PPH corrompe una parte de la cúpula militar de la que espera ejecute en su beneficio el baño de sangre que costaría violentar la voluntad popular sin darse cuenta de los cambios generaciones, ideológicos y culturales que han tenido lugar al interior de esas instituciones así como del resto del país.

No soy hombre de partidos, no tengo militancia, carezco de ambiciones políticas y de poder de convocatoria pero no soy ciego, ya no puedo ser indiferente y he tratado de ser justo. Veo el presente, acecho el porvenir y como otros echaré esta próxima batalla de la mano de los líderes que el pueblo decida darse. Nada me sería más halagador y placentero que estar equivocado. Sin embargo, no hay una evidencia tranquilizadora. Todo apunta al conflicto y si este es el camino sépase que ya mi decisión está tomada. Ni me voy del país ni me someto.

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