Hay que medir el Metro

Hay que medir el Metro

DONALD GUERRERO MARTÍNEZ
Luce razonable que el Presidente Leonel Fernández busque un metro, distinto al usado por algunos de sus colaboradores, para que mida, cuentas veces sean necesarias, el proyecto de construir un Metro que han dicho solucionará los problemas del tránsito vehicular en la Capital. No es una obra prioritaria. Hay nutridos núcleos poblacionales en el país con incontables necesidades humanas insatisfechas.

Aunque haya tenido como mentor político al profesor Juan Bosch, el Presidente no tiene que hacer suya la proverbial terquedad que se le atribuyó siempre a aquel líder. Hay parecido entre un terco y un necio, y lo hay entre éste y un imprudente. Puede afirmarse que Bosch prefería que un gobierno gastara el dinero del Erario en procurar el bienestar de la población que en obras no priotirarias. Recuérdese el proyecto de compra de aviones militares que el entonces Presidente rechazó.

El Presidente Leonel Fernández no debe darle pa»lante por ahora al citado Metro, sólo porque haya sido o sea uno de sus sueños políticos. Menos porque le da la gana.

El mundialmente reconocido arquitecto español Ricardo Bofill dijo hace poco que «el Metro es un sueño de la clase política, pero es un sueño caro.» Profesionales calificados de aquí habían opinado en forma parecida. No conviene que el gobierno peledeista se embarque en lo que puede verse como un trasatlántico para un viaje corto. Aunque desconocido hasta ahora, el costo del proyecto del Metro no es paja de coco. El ministro encargado de la obra había dicho que cada kilómetro costaba 50 millones de dólares. Pareciera que revisó sus cálculos, porque ahora ha informado que ese costo fluctúa entre 30 y 40 millones de dólares. Afirma que «de no ser así, no propusieran su construcción.»

El ministro razona de forma curiosa. El costo de cualquier obra se determinará a medida que la construcción avance. No hay otro modo. Nadie está en capacidad de garantizar que el presupuesto del Metro se mantendrá invariable. Resulta más razonable deducir, por experiencias gubernamentales de cualquier tiempo, que el costo final será distinto, pero hacia arriba, de lo previsto.

Mientras tanto, ya hay quienes se preguntan a quien se le ha ocurrido la idea del Metro, cuál es el costo y cuál es la necesidad de que lo haya. Esas tres cosas no le han sido dichas a los contribuyentes.

Reputados expertos urbanísticos como Omar Rancier y Ralph Gukeinheimer estiman que la obra es muy costosa para un país en desarrollo. Puede ser útil que el gobierno, si persiste en dicho proyecto, tenga en cuenta, y haga la debida comparación, los factores económicos de los países de la región que tienen Metro.

Bofill dijo más. «No se puede gastar todo el dinero que se tiene o no se tiene, y empeñar al país, porque al final el Metro es un sistema deficitario. «Organización y gestión» es lo que falta para comenzar a resolver los problemas urbanos de la Capital.» Creo que los del país también.

Presidente, escuche a Bofill. Y a Rancier y Gukeinheimer. «la construcción del Metro hay que pensarla bien.»

Se recuerda el apasionado deseo del gobierno pepehachista por la celebración aquí de los Juegos Panam 2003. Se los llegó a considerar como «la obra cumbre» de aquel gobierno. Acaso sus gentes calcularon en qué grado dejaban apalastrado al país al final de su mandato. Nadie sabe el costo de aquello. Tal vez haya que darle la razón al profesor Jesús de la Rosa, ex secretario de Deportes. En la puesta en circulación del libro Los panamericanos en rojo, del también ex secretario doctor Luis Scheker, expresó que posiblemente nunca va a conocerse ese costo.

Panam 2003, la alegría que su celebración causó a muchos, y las medallas conquistadas por los atletas criollos, no evitaron el derrumbe electoral del PPH en mayo 2004. Por suerte para el país.

Presidente, mida el metro.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas