Hay que montarse chivo

Hay que montarse chivo

Cinco razones de mucho peso advierten a la población que hay que estar muy chivos para montarse en un transporte público en estos días. La primera razón es la sinrazón. Es decir, ¿por qué razón se va usted a montar en un vehículo público si su destino no es tan lejos y cuando puede llegar a pie? No hay razón para montarse. Además hay que pensar en ahorrar, piense, calcule lo que se puede ahorrar diariamente caminando.

La segunda razón es la razón de la supervivencia. Es decir, con razón o sin razón hay un carterista que para sobrevivir le está acechando desde dentro del vehículo público. Embozado o desembozado (con gorra o sin ella, con gafas o sin ellas), en combinación con el chófer o por propia “iniciativa privada”, el tío (que igual puede ser la tía) está pendiente de los bolsillos y carteras de los pasajeros, y no para protegerlos, precisamente.

La tercera razón es la seguridad o imposibilidad de que usted llegue a donde va en el “vehículo” en que se monta. Una cantidad de vehículos no resisten el menor análisis como tales, y en consecuencia la posibilidad de accidentes aumenta. Aparte de que ya en el interior, sentado en una especie de saco de resortes, usted se lleva una retortijón muscular que ya es un accidente; o se lleva un arañazo con el alambre que agarra el manubrio, o se le pega el olor de mil sudores acumulados en los asientos junto a ocho ejemplares diferentes de ácaros.

La cuarta razón es el “tumbacadenas” y el “arrancanillos” que la viene “fildeando” desde que se montó, y que si no la tumba al apearse la va a velar desde la esquina, si es que su sitio de vivienda es lo suficientemente seguro para los propósitos del tipo.

La quinta y última razón es la razón propia, la lógica del vivir en comunidad, el sentido común que debería orientar al servicio público del transporte. ¿Cómo diablos es que necesitándose un transporte diario, público y masivo no hayamos tenido un gobierno central o local que no lo haya resuelto, solamente por atender a los pequeños grupos clientelistas políticos partidistas? ¿Cuál es la lógica de permitir la agresión cotidiana y artera de los choferes que ocupan carriles, bloquean el tránsito, se estacionan en sitios prohibidos, conducen por vías contrarias, invaden zonas residenciales, arremeten contra transeúntes, imponen la mole de sus vehículos pesados y llenan la ciudad de orines? ¿Por qué razón o demencia tenemos que seguir soportando la maldita manipulación de información y ejecución de supuestos planes de desarrollo de un transporte cada vez peor y cada vez más infuncional? ¡¡Póngase chivo!! Hoy más que nunca póngase chivo y chiva. ¿No cree que es hora ya de saltar empalizadas?

[b]Pero no llegue a chivo colgante[/b]

Montarse chivo o ponerse chivo no debe llevarle a ser chivo colgante, y mucho menos chivo expiatorio. Es decir, que de ninguna manera debe matarse ni dejar que lo culpen de lo que pasa a su alrrededor, cuando en realidad todos sabemos que aunque algo de culpa nos toca ésta nos viene siendo administrada en dosis cada vez mayores por los que administran culpas y manejadas bienaventuranzas, esas que nunca nos tocan.

Pero vamos al chivo colgante que vemos en la carretera, del que una vez hablamos. Ahora es más caro, no porque sea más nutritiva que antes su carne o porque se mezcla un asunto de razas. Es decir, que en algunos sitios pudieran encontrarse carne de chivo Terrier, carne de chivo Doberman, carne de chivo Collie, carne de chivo Pastor Alemán u otras. No, no por eso es más cara la carne de chivo.

La carestía está en los combustibles y carburantes, que como han aumentado de precio y como sus residuos en la carretera van a posarse sobre la carne exhibida, pues ésta aumenta de precio automáticamente. Ya lo ven, a causa del alza de los carburantes: gasolina, gasoil, aceites, etc.

Pero su cosa buena tienen estos residuos acompañados de monóxido de carbono, de azufre y otros. Y lo bueno es que evitan que parte de las larvas que dejan las moscas sobre la carne viva de los chivos sobrevivan. Así, miles de estas larvas mueren antes de ser minúsculos gusanos, aunque otras miles sobreviven y, según los carnívoros, son las que le dan suculencia al chivo. ¡Bon apetit!

[b]Senadores, diputados y carreteras[/b]

¿Por dónde llegarían los turistas a los hoteles que se abran dentro de los parques nacionales? Pues por carreteras, naturalmente. Si por el crimen de lesa naturaleza que significa mutilar los parques nacionales llegan a ser vendidos los terrenos ambicionados por los inversionistas hoteleros, habrá que construir carreteras a través de los parques, no una ni dos, porque cada hotel querrá una carretera privada, como quiere una playa privada.

Y detrás de las carreteras ¿quienes llegarán? Pues detrás de las carreteras llegarán los carboneros, los madereros, los “padres de familia” a construir sus casas, los conuqueros, los cazadores y los genios del turismo para abrir “senderos ecológicos” para que los turistas paseen en motocicletas, “four wheel”, caballos, bicicletas y hasta en patinetas.

¿Y después de los parques qué? Después de los parques (léase cabezas de playa en términos guerreristas) están la Isla Saona y la Isla Beata, las que luego serán vendidas como “islas desiertas para el turismo en cueros”. Y naturalmente, para un turismo así, no puede permitirse a pescadores, pequeños agricultores, apiaristas y vendedores de artesanías estar merodeando por esos paraísos. De manera que tendrán que coger carretera “pa’fuera”, para que las islas sean más desiertas todavía, y por lo tanto, más privadas para el turismo en cueros.

Y por todo este “desarrollo” habrá que agradecer a los senadores y diputados, que en su momento supieron aprovechar la oportunidad y cargar con lo suyo en la repartidera de papeletas.

[b]¿Volverán las caras ajadas?[/b]

Como diría Radrágaz, el panita de Don Fulgencio: las caras ajadas jamás aplazarán las ganas a la gran vaca. Dicho de otro modo, los candidatos de toda la vida nunca renunciarán a sus deseos de encaramarse a la presidencia. Y ahí los veremos de nuevo en las carreteras, con sonrisas tomadas prestadas a sus años mozos, con la piel planchada por el “fotoshop”, y una nueva promesa hecha slogan de campaña. Pero es posible que ya hayan perdido frente a la esperanza.

El movimiento ambientalista, por ejemplo, se apresta a plantar cara en los terrenos de las luchas por el poder. Y acudirá también a las carreteras a proponer nuevas caras, jóvenes de verdad y decentes de verdad.

Las caras ajadas volverán, pero se encontrarán con una nueva filosofía deslizándose por las ventanas, una forma de pensar que no les va ni les fue.

Una propuesta natural, fresca, verde, limpia y sana ahora gana terreno sobre aquellas propuestas de siempre lo mismo y de lo peor que presentaron las caras ajadas.

La iniciativa ambientalista y ecologista, la propuesta que no tiene rechazo en ninguna parte del planeta, viene como una alternativa de volver a la naturaleza, porque de ella viene toda la riqueza y el bienestar, y porque solo ha sido su mala administración la que nos ha precipitado a la pobreza extrema.

Como viene siendo ya hora de limpiar la casa comenzaremos con las caras ajadas, y continuaremos con los mercaderes del Congreso Nacional.

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