ANTONIO PEÑA MIRABAL
En las últimas semanas han ocurrido algunos acontecimientos que dan la sensación de que el gobierno que encabeza el presidente Leonel Fernández, es débil y temeroso de la oposición política. El mutismo de los funcionarios afectados con esos acontecimientos y la forma parca con que lo han tratado en los medios de comunicación, tienen gran responsabilidad en esa falsa percepción que se ha transmitido a la sociedad.

No basta que el gobierno tenga una excelente campaña publicitaria sobre las metas alcanzadas por las distintas secretarías de estado, es necesario que sus funcionarios, que en su mayoría son destacados dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana, estén siempre pendientes de las actuaciones de sus adversarios políticos, que no reconocerán ni una de las conquistas de las nuevas autoridades, pro el contrario, siempre tratarán de empañarlas y tergiversarlas frente a la sociedad.

La citación que se le hizo al ex-presidente de la república, agrónomo Hipólito Mejía y su amenaza de develar importantes informaciones sobre el pasado mandato presidencial del doctor Fernández dejaron muy mal parada la imagen del gobierno cuando se decidió retirarla. La falta de información creíble de parte del funcionario actuante ha despertado en la población un sentimiento de desolación y abandono que afecta la imagen pública del gobierno y su credibilidad ante la lucha anticorrupción contra funcionarios de la pasada administración. No hubiese sido lo mismo si el procurador fiscal del Distrito Nacional hubiese actuado con mayor sentido de la realidad social y política donde ejerce su función, conociendo que gran parte de los que votaron por Leonel el pasado 16 de mayo, lo hicieron convencidos de que el PPH en el poder había cometido diabluras de toda índole al frente del gobierno. El país necesitaba una explicación más realista, que no insultara su inteligencia, y eso era posible con un poco de creatividad e imaginación política. Los titubeos del fiscal del Distrito Nacional frente a este caso afectaron la imagen del Presidente Fernández ante sus electores.

Posterior a ese hecho, dos prominentes pepeachistas, Guido Gómez Mazara y Hernani Salazar, se envalentonaron contra el gobierno ante el mismo funcionario que había dado marcha atrás a la citación del ex presidente Mejía. Las declaraciones del señor Mazara y la presencia del señor Salazar en la fiscalía del Distrito Nacional sin que ésta lo llamara, transmitieron el mensaje a la sociedad de que ellos no tienen nada que ver con Quirino, dejando entre ver que el gobierno lo que persigue es hacerle daño con la vinculación que quiere endilgarle con este señor. Si el procurador fiscal del Distrito Nacional tiene pruebas contra estos dos señores debe dejar de titubear y presentarlas ante la justicia, solicitar que los mismos sean procesados en un tribunal, pero debe abandonar la práctica de amagar y no dar, porque le está ocasionando un daño incalificable de imagen y credibilidad al gobierno y al propio presidente de la república, doctor Leonel Fernández Reyna.

La timidez con que el ministerio público actuó contra los responsables de introducir al país miles de cajas de whiskies burlando la responsabilidad tributaria, lo que facilitó posteriormente la puesta en libertad de los inculpados, es otra muestra que deteriora la imagen del gobierno frente a su lucha anticorrupción. Es inadmisible que por dejadez de un fiscal adjunto el estado fuera burlado de la forma en que lo fue. La población no entiende que fue incompetencia de ese funcionario judicial. Con actuaciones de esa naturaleza el mensaje que se transmite a la sociedad es que el gobierno no tiene una voluntad férrea y decidida contra la corrupción y el delito.

La sociedad dominicana debe confiar en el presidente Fernández y su compromiso con el fortalecimiento institucional y democrático del país. La población alberga la esperanza de que él como jefe de la administración pública, no desmaye en el intento por hacer un gobierno que encamine la nación dominicana hacia el progreso y el bienestar. Leonel sabe que si su gobierno no satisface las expectativas de la población, el sistema de partidos políticos del país se debilitará más de lo que está, lo cual no es bueno para la democracia ni para el país.