Hay que proteger el empleo

Hay que proteger el empleo

La crisis financiera global, que tiene entre sus secuelas una aguda recesión, está provocando el cierre de empresas en muchas partes del mundo. Una consecuencia directa de esta situación es  la pérdida de empleo, que está dejando a miles de familias en el desamparo económico. Se produce así un círculo vicioso realmente tenebroso, pues la pérdida de poder adquisitivo por cesantía alimenta más la recesión, teniendo como resultado más cierres y más despidos. Aquí no escapamos de este azote y ya son muchos los trabajadores que han quedado cesantes por pérdida de demanda de empresas de las zonas francas en las que se ganaban el sustento.

El panorama obliga, pues, a proteger las inversiones que generan empleo. Entre las formas de protección están evitar por todos los medios aumentar la presión tributaria sobre los sectores productivos, las exportaciones  y el consumo, y otra es estimular el flujo y la inversión de capitales de inversión, de manera que se fomente la generación de plazas de trabajo, demanda de bienes y servicios y movilidad en la economía. En Estados Unidos y otros países ya se están tomando medidas especiales para sacudir la deprimida economía. Aquí debemos hacer otro tanto, empezando por acelerar la  marcha del plan de construcciones anunciado por el Gobierno para generar trabajo e inducir demanda de bienes y servicios.

Hablemos de tasas y precios

La banca comercial parece dispuesta a seguirle los pasos  al Banco Central con la reducción de tasas de interés. Ya varios bancos han anunciado pasos en esa dirección. Eso ha de significar abaratamiento del dinero y más fácil acceso a las ventanillas financieras por parte del comercio y los medios productivos. La baja en el precio del dinero debería arrastrar en la misma dirección todos los demás precios.

Pero ha habido dificultad para que el comercio transfiera a los consumidores una proporción de las bajas experimentadas en los costos por la caída de los precios de materias primas e insumos, incluyendo el petróleo. El Gobierno ha tenido que efectuar reuniones con los sectores comerciales y amenazar con realizar importaciones para forzar caídas en los precios por medio de  la oferta. En esto el comercio ha mostrado indolencia y voracidad desmedida. Respetando las distancias, debería reaccionar como ha hecho la banca.

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