Aférrate a la instrucción, no la dejes; guárdala, porque ella es tu vida. Proverbios 4: 13.
La motivación más grande que tiene un padre es enseñar a sus hijos los conocimientos adquiridos en el transcurrir de los años, para que ellos los apliquen y tengan una vida con menos riesgo, asegurando con esto su bienestar. Los hijos oyen las experiencias y los consejos pero no los atesoran; al contrario, creen que son otros tiempos y que no necesitan consejos.
El padre, por más que se esfuerza en hacerles entender la importancia que tiene para sus vidas, muchas veces no lo logra. Esto lo preocupa, porque sabe que muchas cosas sus hijos no podrán evitar y verán las consecuencias.
De igual manera, Dios quiere cuidar nuestras vidas y nos enseña por medio de Su Palabra la recompensa para el que la guarda y la practica, exhortándonos a mantenernos apegados a ella sin descuidar nada. De esta forma estamos asegurando nuestro futuro y el de toda nuestra generación. Por eso, no desestimemos las ordenanzas de Dios y grabémoslas en el corazón, para que nuestros pies no tropiecen y no nos desviemos del verdadero camino que fluye leche y miel.
Al final de nuestros años veremos que valió la pena llevarse de Sus consejos, porque, de no ser así, sería imposible tener todo lo que en Su camino alcanzamos: un feliz matrimonio, hermosos hijos, un hogar estable y, sobre todo, permanecer en Su presencia.