Hay un hoyo, pero en el bolsillo

Hay un hoyo, pero en el bolsillo

Desde hace poco más de un año, los vecinos de las barriadas más pobladas de la capital, comenzaron a percibir que de mes a mes, los precios de los mismos productos que adquirían, aumentaban en las compras al detalle que cotidianamente hacían en colmados y pulperías.

Muy pocas explicaciones se buscaban a la situación, en vista de que en el pasado ocurrieron problemas similares que afectaron a productos comestibles de la canasta familiar.

De esta manera pensaba la señora Leonellis Rodríguez, una humilde ama de casa que vive en la barriada de Sabana Perdida junto a su esposo Teo de la Cruz y seis hijos procreados por ambos desde su unión, hace unos once años.

La mujer, de 43 años, quien comparte los gastos de manutención de la casa para sostener la familia, divide sendas jornadas de trabajo como lavandera en casas de personas de clase media donde obtiene en una, por labores de lavar y planchar RD$2,000 al mes, mientras que por la misma actividad obtiene unos RD$1,500 en otra casa donde ha sido empleada para alternar en la semana entre una y otra actividad.

«Gano más dinero que mi marido desde hace unos tres años – sostiene la humilde mujer -, pero ni siquiera de esa manera logramos resolver los problemas que se nos presentan para poder salir a camino, con tantos aumentos de los precios para la comida, principalmente».

El señor De la Cruz, dedicado a labores como sereno en un edificio ubicado en El Millón, dice ganar RD$1,800, pero que a pesar de juntar lo que gana a su mujer, no logra «empatar» los gastos del mes, porque ahora todo ha subido de precios hasta tres y cuatro veces, lo que valía hace más de un año.

Se queja de cómo no sólo la comida, sino además la ropa de los niños, los útiles escolares y otras cosas que deben comprar para vivir pobremente «se han disparado por las nubes».

«No pagamos casa, porque vivimos en una que logramos levantar en terrenos del gobierno cerca del río Ozama, del otro lado», agrega.

No tiene mucha conciencia de por qué las cosas han subido tanto, pero tras denunciar que su grado escolar alcanzado no le permite ver muy lejos el origen del problema, cree mucho de lo que se dice en la calle y en el vecindario, «de que todo es por el problema del dólar y la crisis que hay en el país».

Aunque la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos Familiares (ENGIH), del Banco Central, señala que hasta hace pocos años el país había percibido una mejoría debido a la incorporación de la mujer al mercado laboral, generando «cambios en los roles a nivel del núcleo familiar», para esta y otras familias pobres, la situación, en vez de mejorar empeora y eso lo verifican a la hora de pagar los precios a que adquieren todo lo que la familia come.

Datos para contar

La creencia de los cabezas de esta familia es casi la misma de miles de familias pobres que residen en Sabana Perdida, Los Tres Brazos, Capotillo, 24 de Abril, Villas Agrícolas, Cristo Rey, el 30 de Mayo y en todos los barrios de la capital.

Incluye zonas antes consideradas de clase media, baja y mediana, como Villa Juana, La Fe y Villa Mella, así como de clase media acomodada como eran San Carlos y otros, en que la pérdida del poder adquisitivo ha caído tan drásticamente desde el año 2003, revistiendo carácter verdaderamente dramático desde el segundo semestre de ese año hasta entrado abril y mayo de este año 2004.

Los datos que aporta el Banco Central en sus últimos «Informes sobre la Economía Dominicana», así como en los reportes mensuales de inflación, señalan que aún al mes de abril del 2003 el país registraba números del nivel de inflación mensual por debajo del uno por ciento medido a través del Indice de Precios al Consumidor (IPC), con un 0.29% a ese mes.

Aunque hacía años que el país no vivía este tipo de alteraciones, en junio comenzaron a desatarse los vaivenes de precios, aunque con pocas repercusiones situando dicho Indice de Precios mensual en 5.14%.

Para personas humildes que sobreviven a diario haciendo labores informales o sobreviviendo alquilados con bajas remuneraciones, el goteo de la inflación mensual no se hizo sentir con todo su peso, sino hasta fines del año 2003 en que los por cientos mensuales acumulados arrojaron por primera vez un acumulado sin precedentes con los años previos.

Mientras el promedio de los doce meses de inflación contada, arrojó al final del 2002 una variación del 5.22%, para diciembre del 2003 había crecido hasta colocarse en un 27.45%.

En tanto, la variación porcentual mensual cerró el 2002 con 10.51% de inflación, al 2003 terminó en 42.66%.

Tal comportamiento de estas variables explica la imprevista escalada alcista que alarmó a la gente al final del año pasado, en que el dominicano común comenzó a darse cuenta que su salario se quedaba manco frente a los menguantes salarios obtenidos para gastarlos en alimentos, viviendas, transporte, medicinas, ropas y otras necesidades.

Tras decisiones de políticas financieras adoptadas por las autoridades monetarias para salvar los bancos, al comenzar el año 2004, el panorama fue devastador para los bolsillos de los grupos más empobrecidos y sin protección ante las debilidades del impacto de las políticas sociales oficiales, en lo que respecta a los resultados del Indice de Precios al Consumidor.

2004: Bolsillos con hoyos

Si los años 2003 y 2004 exhibieron en toda su extensión las mortíferas consecuencias del «Hoyo Financiero», también dejó su secuela entre los dominicanos más pobres al vaciar los bolsillos de los consumidores más pobres.

En su última publicación sobre el estado del Indice de Precios al Consumidor a este año, el Banco Central señala que la inflación acumulada al 2004 alcanzó al 31.09%.

Mientras, la tasa anualizada fue de un 60.35% y la promedio de los últimos doce meses se situó en 48.83%.

La institución atribuye estas alzas principalmente al aumento del grupo transporte, con un 50% de la variación del IPC, mientras que los alimentos fueron responsables del 22.33% de las alzas en el grupo de alimentos, bebidas y tabaco «por la alta ponderación que tiene en la canasta familiar».

«En el grupo Transporte incidieron de manera significativa – citamos del Informe del Banco Central -, las alzas experimentadas en los precios de los combustibles en las dos primeras semanas del mes», los cuales afectaron los precios de la gasolina premium y regular.

Resalta la publicación que «con relación al comportamiento de los bienes alimenticios, los subgrupos de mayor repercusión fueron carnes frescas y elaboradas, leche y productos lácteos, leguminosas, raíces y tubérculos».

Sostiene que a pesar de ello, artículos como el arroz, papa y cebolla roja, disminuyeron sus niveles de precios, dada su alta producción a nivel nacional.

Respecto al mes de mayo, la variación del índice de los bienes de consumo en junio llegó al 2.69%, siendo los bienes con mayor incidencia en este comportamiento, la gasolina y bienes alimenticios como los guandules, la yuca y el ñame.

Influenciados principalmente por variaciones de precios del pollo fresco, leche en polvo y pasteurizada, por los servicios de transporte y de los celulares, los bienes y servicios crecieron a una tasa menor del 1.28%.

Dentro de las ponderaciones efectuadas por el Banco Central, aún el grupo de Alimentos, bebidas y tabacos, sigue teniendo mayor dominio, dado que implica el 33.20% del consumo total de las familias.

Desde el punto de vista geográfico, los precios tienden a ser más elevados en las zonas urbanas respecto a la rural, atendiendo a resultados de las encuestas efectuadas para estos fines por el Banco Central que midieron un ritmo menor de crecimiento en los precios de los artículos de consumo entre las familias ubicadas en una y otra zona.

Aunque en un primer estudio sobre el nivel promedio de la canasta familiar de los dominicanos a nivel nacional, la institución situó mediante un estudio terminado en 1998, esos niveles en RD$6,240.84.

Debido a las variaciones desde entonces sufrida por la economía dominicana, una nueva encuesta será dada al público para revelar los nuevos cambios, al considerar las últimas variaciones de la economía del país, los cuales arrojarán los más recientes incrementos en la canasta familiar.

Estos gastos afectan desde el punto de vista de las repercusiones inflacionarias, a los núcleos familiares más pobres en todo el país, en vista de que «más de la mitad del gasto promedio de los hogares se destina a la adquisición de bienes alimenticios consumidos en el hogar, transporte y vivienda y sus servicios, como agua, electricidad y combustible».

Cuando el Departamento de Cuentas Nacionales y Estadísticas del Banco Central elaboró el último cálculo sobre canasta familiar, a través de la ENGIH, el grupo más empobrecido agrupado en el «Quintil 1» apenas gastaba RD$2,528.22 en alimentos, lo cual a la fecha ha variado muy sensiblemente.

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