«Hay una epidemia de soledad porque no tenemos tiempo para quedar con gente y no hacer nada»

«Hay una epidemia de soledad porque no tenemos tiempo para quedar con gente y no hacer nada»

En EE.UU., según una encuesta de la aseguradora de salud Cigna publicada en 2020, tres de cada cinco estadounidenses "está solo". GETTY IMAGES

Hace dos meses, en mayo de 2023, el cirujano general de EE.UU. publicó un informe que detalla cómo una epidemia creció silenciosamente en el país durante décadas.

Los estadounidenses, afirmó Vivek Murthy, se sienten solos, mucho más de lo normal, y esto supone una amenaza para su bienestar físico y emocional, y también es un enorme problema de salud pública.

“El impacto en la mortalidad de estar socialmente desconectados es similar a fumar 15 cigarrillos al día”, comenta el doctor, cuyo rol es ser el principal vocero de los problemas de salud de la nación y además dirige un cuerpo de médicos del ejército norteamericano.

Múltiples estudios, aunque varían de acuerdo a las variables que midan, respaldan sus expresiones.

El mismo documento compartido por el médico señala, por ejemplo, que desde 2003 a 2020 el promedio de aislamiento social entre los ciudadanos creció de 142 horas al mes a 166, lo que representa un aumento de 24 horas.

Los más afectados por esta tendencia son los jóvenes, cuyo tiempo con amigos se redujo en un 70% durante las pasadas dos décadas.

Y la aseguradora Cigna, en una encuesta independiente publicada en 2020 citada por la Biblioteca Nacional de Medicina, indica que tres de cada cinco estadounidenses “están solos”.

El problema no solo concierne a EE.UU., otras regiones del mundo, como América Latina, también están afectadas por la soledad. Por ejemplo, una encuesta de Ipsos realizada en 2020, en la que la empresa eligió al azar a cinco países latinoamericanos en los que entrevistó a más de 15.000 personas, reveló que en Brasil un 36% de los encuestados decía sentirse solo de cara al 2021, en Perú un 32%, en Chile esta cifra supuso un 30%, mientras que en México y Argentina un 25%.

La situación, que podría ser “devastadora”, está asociada con un “mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, demencia, accidentes cerebrovasculares, depresión, ansiedad y muerte prematura”, señaló Murthy.

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Sheila Liming, profesora de escritura en el Champlain College de Vermont.

Aunque expertos afirman que la pandemia de la covid-19 pudo haber tenido un enorme impacto en el sentido de soledad, por el aislamiento que requirió la enfermedad, es algo que comenzó mucho antes, que se relaciona con el desarrollo de la tecnología, dice, por su parte Sheila Liming, una profesora de Champlain College en Vermont.

Experta en estudios culturales, Liming, basándose en sus propias experiencias con la soledad, escribió el libroHanging Out: the radical power of killing time(Penguin Random House, 2023), un ensayo en el que teoriza que una de las causas que provoca esta crisis en EE.UU. es la “incapacidad de quedar” o en inglés hanging out.

Sus investigaciones sobre el tema, sus vivencias como profesora por más de 10 años, una carrera que en su país le ha requerido viajar, y su contacto constante con decenas de jóvenes le permiten afirmar que su premisa es mucho más compleja de lo que se cree.

Detrás de no poder “quedar” hay todo un entramado que se arriesga a desenredar para darle una respuesta a quienes sienten el abismo de la soledad.

De eso conversamos en esta entrevista.

Lee más: La epidemia de las enfermedades no transmisibles

¿Qué hay detrás de la crisis de soledad en EE.UU.?

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La soledad está asociada con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, demencia, accidentes cerebrovasculares, depresión, ansiedad y muerte prematura.

Es causada por múltiples factores y sucede desde distintos frentes. Uno de los problemas de los que se deriva esta crisis tiene que ver con el tiempo.

Las personas no tienen suficiente tiempo para dedicarse a la interacción social. Y, por otro lado, también sienten que la interacción social en sí misma es una pérdida de tiempo, así que no la priorizan. Muchos se sienten culpables por no hacer nada, por pasar tiempo con alguien o simplemente estar en presencia de otras personas.

Creo que otro factor importante es la falta de espacios y el acceso a espacios donde las personas pueden reunirse, pasar el rato y existir en presencia de los demás.

Lugares en los que puedan estar sin sentir que necesitan una razón particular para visitarlos o que necesitan gastar dinero para ir.

Todo esto se volvió muy obvio durante la pandemia de la covid, pero no creo que haya desaparecido.

¿Cómo define “quedar”?

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Liming afirma que EE.UU. ha sido diseñado para priorizar el aislamiento.

Defino quedar como atreverse a hacer muy poco en compañía de otros.

En lo “atrevido” es que radica el poder radical de matar el tiempo. Ahí entra en juego el subtítulo de mi libro, porque creo que se requiere un poco de valentía y audacia para poder decir: ‘No, voy a priorizar este uso de mi tiempo, a diferencia de, digamos, trabajar más’.

Creo que hay una especie de actitud social que desprecia ese tipo de comportamiento.

Le he escuchado hablar sobre cómo hemos construido nuestras vidas para estar aislados. Lo dice desde una perspectiva amplia, como la forma en que están diseñados los sistemas de transporte o por la arquitectura.

La vida en EE.UU. está diseñada para privilegiar las condiciones de soledad y aislamiento.

Pero cuando digo que ha sido diseñado de esa manera, no quiero decir que lo hayamos hecho a propósito. Creo que sucedió de forma accidental como resultado de otros sistemas de valores que están en juego. En EE.UU., por ejemplo, la privacidad se ve como un privilegio, y también es algo que trae honor y orgullo.

Así que cultivamos estas condiciones de privacidad para mostrarle al mundo que tenemos éxito, que lo hemos logrado. Para que todos sepan que somos dueños de nuestra propia casa, de nuestro propio auto.

Estar lejos de nuestros vecinos nos permite elegir cuándo tenemos interacciones, ponerle límites cuando no queremos hacerlo.

Todo eso se ve como parte del ethos estadounidense del éxito. Pero ese ethos del éxito termina dejándonos más solos cuando tenemos una crisis y necesitamos ayuda de otras personas, incluso si solo queremos saber de nuestros vecinos en vez de evitarlos y excluirlos.

Encuentro el concepto de la privacidad muy relacionado a la concepción de ser o no una persona madura. Si tienes 30, como yo, tu familia no verá igual que vivas solo o que vivas con alguien más…

Se nos enseña que la única forma de dar el siguiente paso en la vida, sea lo que sea, como convertirte en alguien independiente, formar una familia, o encontrar una pareja romántica, es tener tu propio espacio. Hasta que no tienes eso no puedes lograr nada en la vida.

¿Vivir en espacios compartidos nos haría más felices?

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La profesora afirma que todos los demográficos de EE.UU. están impactados por la soledad.

Tiene el potencial. El problema es que estamos tan acostumbrados a este sistema de valores del que estoy hablando que es un ajuste muy difícil para las personas aceptar la idea de compartir un espacio.

La otra persona estaría justo frente a ti, y se requeriría menos resistencia y músculo para quedar.

¿Cómo piensa que ha cambiado la sociedad desde que tiene menos tiempo para quedar?

Existe una idea errónea muy común de que, a medida que la sociedad crece y progresa, tenemos más tiempo libre que en el pasado. Pero en realidad hay muchos investigadores que luego de analizar esta ecuación descubrieron que no.

La realidad puede ser probablemente lo contrario. Antes teníamos más tiempo libre del que tenemos ahora.

Pero no siempre reconocemos la diferencia entre tiempo libre y tiempo de trabajo.

Ahora uno se interpone con el otro mucho más que antes. Terminabas tu trabajo y te ibas a casa. No tenías un correo electrónico que verificar, ni mensajes de texto del jefe o de un compañero de trabajo. Era un corte más limpio entre la jornada laboral y el tiempo libre.

Ahora ese corte no es limpio. En la superficie, parece que tenemos tiempo de ocio, pero en realidad pasamos mucho tiempo trabajando o haciendo tareas en preparación para el trabajo.

¿Hay un perfil de quienes experimentan soledad en EE.UU.?

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Liming afirma que la falta de tiempo es la mayor razón por la que hay una “epidemia de soledad” en EE.UU. Pero igual habla sobre la influencia de las plataformas digitales.

No creo que el problema sea específico de un grupo demográfico. Creo que está en todos los ámbitos.

Se habla mucho de que el grupo demográfico de personas mayores en EE.UU. está muy afectado por la soledad. Se dice que una vez dejan de tener el núcleo familiar con el que vivían terminan en centros de cuidado en donde experimentan mucha soledad. Y ese es un gran problema para esa población.

Pero creo que la soledad es igualmente un problema para las poblaciones más jóvenes.

Soy profesora universitaria y trabajo con estudiantes que tienen entre 18 y 24 años y también es un gran problema para ellos. Lo irónico es que se supone que la etapa universitaria es uno de los momentos más sociales de la vida de una persona.

Una vez leí algo sobre el hecho de que la felicidad humana se manifiesta a los 26 años, y se supone que la actividad social que conduce a eso es más vibrante durante esos años.

Pero la población en edad universitaria con la que trabajo es tan propensa a la soledad y el aislamiento y los problemas de salud mental asociados con ello como la población mayor de 65 años o cualquier otra persona.

¿Y qué les pasa?

Creo que hay dos factores: la pandemia de covid y también el auge de la tecnología digital personalizada.

Ambas cosas hicieron pensar a dicha generación que está bien o que es suficiente quedar con otras personas a través de internet. Y esto no es algo negativo, pero ciertamente no es suficiente.

Esta es una generación cuyos últimos años de escuela superior los vivieron durante la pandemia de la covid-19. Sus vidas fueron interrumpidas y no experimentaron importantes hitos relacionados con su edad o los experimentaron online.

Cuando los veo en el salón de clase, me doy cuenta que tienen hábitos que no necesariamente los ayudan de la mejor manera.

Uno de esos hábitos es, por ejemplo, que cuando necesitan ayuda o compañía van a internet a buscar una respuesta, no a la persona que está a su lado en el salón de clase, sus compañeros de cuarto, sus amigos o sus padres, sino a donde un extraño online.

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Otros países, como Italia y la región Nórdica, también presentan un problema de soledad.

Hay quien podría sentirse más seguro interactuando a través de la tecnología. En las redes sociales tienes un amplio control. Las fotos que envías las puedes tomar cuantas veces quieras, si te sientes incómodo puedes desaparecer al instante…

Así es, se trata de un asunto de control. Cuando estás en un ambiente mediado por una red social, conoces las reglas y las maneras de entrar y salir. Si algo se vuelve incómodo o raro, sabes que puedes encontrar una manera de salir de ahí sin mucho problema.

En las interacciones en persona, si intentas comportarte de la misma forma, alguien podría pensar que eres demasiado rudo y te juzgaría.

Además del control, tenemos miedo al juicio. Las interacciones sociales en persona están sujetas a reglas diferentes a las que tenemos en redes sociales y eso puede hacer que tengamos miedo.

¿Cómo las redes sociales e internet podrían ayudarnos a interactuar en persona? Mucho más allá del hecho de que nos pueden ofrecer recomendaciones de cosas que hacer o lugares para ir. Una gran cantidad de gente dice sentirse abrumada por las redes sociales, me preguntaba si ese sentimiento les podría empujar a querer compartir en persona.

En mi libro yo me aseguro de no tratar las tecnologías digitales como una fuerza maligna, porque no lo son. Creo que han hecho muchas cosas por nosotros o al menos tienen el potencial de hacer muchas cosas por nosotros.

Hace 10 años, cuando tenía 30 años igual que tú, comencé mi primer trabajo como profesora y me mudé a Dakota del Norte, un estado muy rural. Nunca antes había estado allí y mis contactos estaban limitados a mi vida laboral.