He ahí a tu madre

He ahí a tu madre

POR LEONOR ASILIS
Con estas palabras, Jesús nuestro Salvador nos entrega al pie de la cruz en la persona de Juan a su ser más preciado: Su Madre. La hija predilecta del Padre. La sierva fiel. Aquella por quien Dios vino al mundo. Nuestra Madre. Un gran día para los dominicanos, lo es el 21 de enero. Fiesta de la Madre en nuestra tierra dominicana: “Virgen de la Altagracia”. Vehículo seguro de incontables milagros arrancados de la Providencia para nuestra gente.

Allí, donde floreció el naranjo. Higuey, tierra de peregrinación hacia su templo, la Basílica que entrona la bella imagen de la Santa Familia. Templo privilegiado de haber sido visitado y bendecido  por Su Santidad Juan

Pablo II, Vicario de Cristo..

Decimos que es fiesta de los dominicanos porque somos hijos orgullosos de una Madre tan especial. Será coincidencia que los colores de su imagen coincidan con los de nuestra bandera? Fiel reflejo de la complicidad de Ella con su pueblo. Los dominicanos la hemos acogido en nuestro corazón y a Ella le encomendamos nuestro destino.

Sabemos que el Padre de nuestra Patria, Juan  Pablo Duarte llevaba en su pecho una  medalla de la Altagracia. Así es. Muchas serían las páginas que recogiesen los múltiples testimonios de las bendiciones recibidas de su mano maternal.

María de la Altagracia es nuestra Estrella. La contemplamos absortos por su santidad, belleza, bondad, su finura y delicadeza. Inmaculada, impoluta, ilesa, incorrupta, impecable son algunos términos negativos pero expresivos como ninguno.

Ella fue enriquecida con gracia triple: la gracia de la maternidad divina, que la santificaba en orden a Dios Hijo, para ser digna Madre suya. La gracia, después de la maternidad espiritual, que la capacitaba para ser Madre suya. La gracia, después de la maternidad espiritual, que la capacitaba para ser madre nuestra, madre de todos los  hombres, a los cuales da el ser sobrenatural. La gracia, en fin, suya propia, individual que la hacía hija de Dios y heredera del cielo.

Su ejemplo de fidelidad hacia Dios (su bella respuesta ante la pregunta De donde dependía el destino de la humanidad: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en  mí, según su Palabra”.) Su gran humildad, y su gran consejo cuando nos dijo en las Bodas de Caná cuando consiguió el primer milagro a destiempo de su Hijo, aquellas sabias palabras: “Hagan lo que El les diga”.

Son las cortas palabras que de su boca aparecen en el Evangelio, pero llenas de sabiduría para llevarnos por el buen camino. “Madre nuestra, te suplicamos que aumentes nuestra fe y sigas orientando a nuestro pueblo que es el tuyo por el camino del bien, del progreso y solidaridad, y que crezcamos en caridad para vivir en armonía y felicidad que será  colmada en la  perfección cuando nos encontremos cara a cara con tu Hijo, que también es nuestro Padre, contigo y con todos los bienaventurados que creyeron en el Evangelio en la vida eterna“.
Leonor.asilis@verizon.net.do

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